lunes, 30 de noviembre de 2015

"FLOTA FANTASMA" APARECE EN COSTAS JAPONESAS

EL MISTERIO DE LA FLOTA FANTASMA CARGADA DE CADÁVERES QUE HA APARECIDO EN JAPÓN
Once navíos llenos de cuerpos en descomposición han sido descubiertos en la costa del país. A día de hoy se desconoce su procedencia

El gobierno japonés se encuentra desconcertado después de que, a lo largo de las últimas semanas, aparecieran en sus costas 11 embarcaciones totalmente destartaladas, sin rumbo aparente y con aproximadamente una veintena de cadáveres en descomposición en su interior. Esta curiosa y misteriosa flota ya se ha ganado el sobrenombre de «fantasma» y ha llevado a los nipones a iniciar una investigación que permita averiguar su procedencia, el objetivo con el que partió y, finalmente, cómo y por qué fue arrasada.

Tal y como afirman varios medios internacionales como el «Daily Mail» y la cadena japonesa «NHK», el misterioso hallazgo se realizó después de que las embarcaciones pasaran varias jornadas en alta mar. Tras un tiempo indeterminado, a principios de noviembre cuatro de estas naves llegaron a las costas japonesas. Las siete restantes, por su parte, lo han hecho en las últimas semanas después de ser descubiertas a la deriva por la marina japonesa. La más reciente fue descubierta el martes en la costa de Fukui, a unas 250 millas de Tokio.

De hecho, tan solo se sabe que, cuando fueron encontrados, los buques contenían los restos en descomposición de una veintena de marineros (los cuales se están analizando para tratar de identificarlos). Además, en su interior fue encontrado un raído trozo de trapo que, según afirma la cadena asiática, podría corresponderse con los restos de una bandera de Corea del Norte. Un hecho que ha provocado el nacimiento de cientos de teorías de la conspiración. Algunas, tan curiosas como las que afirman que eran marinos que intentaban huir del régimen de Kim Jong-Un.
Tampoco faltan aquellos que creen que los navíos podrían corresponderse con pesqueros que, dejando de lado la ley, decidieron introducirse en aguas prohibidas (una teoría que, con todo, no explicaría su destrucción). Entre otros datos, el «Daily Mail» señala que en los navíos no había equipos tecnológicos. Lo que significa que, o fueron robados, o nunca contaron con ellos. Los guardacostas nipones han explicado a este medio que las barcazas llevaban a la deriva unos seis meses sin que nadie les prestase atención y que su diseño hace suponer que no fueron creadas en occidente. Agencias

lunes, 16 de noviembre de 2015

AÑO 1611: FRANCISCO DE QUEVEDO DEFENSOR DE UNA DAMA

LA PLAZA DE SAN MARTÍN, EL LUGAR DONDE QUEVEDO MATÓ A UN HOMBRE POR PEGAR A UNA MUJER

Detallan los escritos, propios y ajenos, que Francisco de Quevedo (Madrid, 1580) dominó a partes iguales la pluma y la espada, tan ácidas y afiladas como su propia lengua. Lo dicho, en efecto, no es ninguna novedad, como tampoco lo es que, desde estas líneas, se destaque el carácter pendenciero del autor. Y aunque este texto apoya esta tésis, lo cierto es que el desarrollo de la historia remite a otra de sus definiciones personales: su reconocida devoción cristiana y su comportamiento galán ante las mujeres; aunque no necesariamente en ese orden.

Fue el Jueves Santo de 1611 cuando Quevedo, que rezaba en la próxima parroquia de San Ginés (aunque no se sabe a ciencia cierta dónde se encontraba), contempló cómo un asistente a los oficios daba una bofetada a una dama que también se estaba allí. Quizá por la indiferencia generalizada entre el resto de asistentes en el templo, el genial escritor se implicó inmediatamente en el suceso, inicialmente con palabras y después con algo más, acaso preso de la situación. Altivo, primero sacó al agresor a la calle, no se sabe si a golpes o a improperios. Después, sea como fuere, y ya en el exterior, intercambiaron insultos mientras la riña subía de tono.

                                    Una placa municipal documenta la disputa, iniciada en una parroquia cercana

Ya en la plaza de San Martín, con un tono que sólo llevaba un camino, el escritor y su contrincante elevaron un escalón la disputa. De sobra es sabido que, en aquel Madrid del Siglo de Oro, las discusiones sólo se zanjaban de un modo, por dramático que fuese. Así, sabedor Quevedo de los códigos de la Villa, asestó al agresor una punzada mortal con su florete. La prueba de este lance, siglos después, es una placa municipal, situada junto a la que identifica la plaza. «En esta plaza hirió mortalmente Francisco de Quevedo a un caballero el Jueves Santo de 1611 en defensa de una dama».

ABC