TRADICIÓN, RITOS, Y CREENCIAS
Las raíces hispánicas en Chile son latentes,
aunque en muchos aspectos se ha ido alejando de sus orígenes. El 1º de
Noviembre en este largo y angosto país no ha mantenido tradiciones festivas de
antaño, menos gastronómicas, como se
pueden encontrar en algunas regiones de España. Todo ha quedado reducido a una
afluencia masiva y caótica de los familiares a entregar una ofrenda floral a
sus seres queridos a los cementerios. Dentro
de este proceso marcadamente comercial, en los últimos años se ha agregado la
fiesta anglosajona de Halloween, totalmente ajena a la idiosincrasia de los
chilenos que se va imponiendo gracias a la fuerte publicidad de los grandes
centros comerciales.
La tradición como siempre ocurre, se mantiene
en los lugares más lejanos de la capital, en las zonas rurales, pero como
elemento urbano, mi impresión es la que
ofrezco en estas líneas.
Para encontrar la relación intima con la muerte
es en un “velorio hogareño” donde se pueden apreciar ciertas costumbres
de nuestros abuelos. Es así, como en estos “velorios” hay encuentros entre
familiares que no se han visto durante años, se entremezclan los comentarios
sobre recuerdos del difunto y lo “bueno” que era en esta vida terrenal, y un
detalle que siempre me ha llamado mucho la atención, “el enorme morbo de
algunas personas en ver el rostro del difunto” Es el momento de olvidar rencillas y
diferencias de todo tipo. En algunas ocasiones, sobre todo en zonas rurales se
termina comiendo y bebiendo hasta altas horas de la noche, todo esto para
acompañar al difunto. Esta última
costumbre ya es muy difícil de encontrar y vivirla en Santiago.
Todo hay que decirlo, la tradición ha evolucionado en muchos aspectos, pues en el siglo XIX y los primeros años del XX aún era costumbre sacar fotos sentados en el recibidor del hogar al "finadito" junto a su familia, en este punto recomendamos la película chilena "Largo Viaje" realizada en el año 1967 donde se refleja en forma fiel y casi realista lo que era un velorio de un niño y las creencias de las personas respecto a ciertos puntos de este tema en nuestro país.
Todo hay que decirlo, la tradición ha evolucionado en muchos aspectos, pues en el siglo XIX y los primeros años del XX aún era costumbre sacar fotos sentados en el recibidor del hogar al "finadito" junto a su familia, en este punto recomendamos la película chilena "Largo Viaje" realizada en el año 1967 donde se refleja en forma fiel y casi realista lo que era un velorio de un niño y las creencias de las personas respecto a ciertos puntos de este tema en nuestro país.
Hoy en día el ritual religioso, el responso, es cada vez más sencillo. La caravana al
cementerio de acompañantes al difunto es poco rigurosa, se habla en voz baja, y
todos se detienen ante la última morada del muerto. Esta puede ser una
construcción familiar de una dignidad clásica, debido a que ha existido una
preocupación previa de preservar este recinto para el recuerdo, o simplemente
un “nicho” arrendado en forma rápida por algunos años, que salvan el momento de
aflicción inesperado de la familia.
Personalmente, no he notado un alto grado de
reflexión en Chile sobre este día tan especial - 1ª Noviembre - aunque todo hay
que decirlo, la relación del ciudadano con la muerte es diaria y esta
registrada a lo largo de todo Chile, en múltiples “animitas”, construcciones
pequeñas realizadas en recuerdo de un hecho generalmente trágico que se ha
llevado a una persona de este mundo. A estas víctimas del infortunio se les
atribuyen cualidades milagrosas, y es así como un delincuente muerto en manos
de la policía, un trabajador asaltado y asesinado en una oscura noche, una
persona atropellada, o una niña violada y asesinada por algún desconocido, o un suicidio, puede ocasionalmente disponen de una “animita” recordatoria en el lugar del suceso, y
los devotos se vuelcan a pedirles favores. Esta costumbre muy arraigada en las
clases sociales sencillas tiene una trascendencia especial en la relación entre
los chilenos y la muerte, y es donde se puede encontrar la esencial de la magia
del pensamiento de los chilenos y el respeto del pueblo ante lo desconocido.
Continuando en el cementerio, donde habíamos dejado a nuestro difunto en el responso final en el momento de introducir el ataúd a su última morada, es en ese momento justo cuando explota el dolor, y para muchos la reflexión mayor que nos entrega la muerte ¿Hacía dónde nos vamos? ¿Vale la pena tanto sacrificio en esta vida para esto? ¿Habrá vida después de la muerte?
"Willito" / Animita camino a San José de Maipo
Continuando en el cementerio, donde habíamos dejado a nuestro difunto en el responso final en el momento de introducir el ataúd a su última morada, es en ese momento justo cuando explota el dolor, y para muchos la reflexión mayor que nos entrega la muerte ¿Hacía dónde nos vamos? ¿Vale la pena tanto sacrificio en esta vida para esto? ¿Habrá vida después de la muerte?
A esta reflexión anterior no escapa nadie, ni
creyentes, ni agnósticos, ni ateos convencidos. Todos tienen unos segundos de
reflexión profunda cuando se va introduciendo el ataúd con el “finao” en aquel oscuro agujero que será su
hogar eterno… Es el mayor silencio de todos los momentos descritos… sólo llantos
y sollozos suelen escucharse…
La vuelta a lo cotidiano es por los pasillos
del cementerio, las pisadas de los deudos y asistentes a esta ceremonia final,
resuenan más que nunca en tan silencioso lugar. Se palpa una sensación de calma, de relajo,
de reflexión y meditación interna…. y es aquí cuando a mi personalmente me
invade la angustia, cuando me voy aproximando al ruido y ajetreos de la vida normal, y se apoderan
de mi mente los versos del poeta español Gustavo Adolfo Becker… ¡cuanta razón
tenía…!
¡Dios
mío! Que solo se quedan los muertos….!
Raúl Núñez
Desde
Chile
01.11.2009
Explicación foto: "Willito"
/ Animita del Cajón del Maipo
Nacido en 1980, Willy Rojas
era un exitoso y atlético muchacho de Peñalolén, que cursaba el primer año de
Ingeniería en Biotecnología Molecular en la Universidad de Chile. Agobiado por
una profunda depresión y por problemas de amor, fue hasta este sitio y se quitó
la vida el lunes 20 de julio de 1998, valiéndose de un arma de fuego. Tenía
sólo 18 años. Su familia, devastada, construyó en su memoria este altar con
muchos remolinos de viento, que con el tiempo se ha ido convirtiendo en
santuario y casi un atractivo de la zona del Cajón del Maipo. Le acompaña la
animita de otro fallecido, llamado Cristián Vera. La tradición que se ha
generado en torno a la gran instalación dice que mientras lo remolinos giren
"Willito" nunca será olvidado, y que los favores solicitados son conducidos
hasta él por el viento. También ha generado algunas leyendas tétricas sobre la
creencia en supuestos hechos paranormales o terroríficos relacionados con el
Túnel Tinoco, del antiguo ferrocarril del Cajón del Maipo.