LA MUJER QUE HIZO LOS
IMPRESCINDIBLES CÁLCULOS PARA LLEVAR AL HOMBRE A LA LUNA CUMPLE 100 AÑOS
Johnson trabajó en el centro Langley hasta
1989, tiempo durante el que participó en proyectos como el del transbordador
Space Shuttle
La mujer que hizo los imprescindibles
cálculos para llevar al hombre a la Luna cumple 100 años
El astronauta del Apolo 17
Harrison Schmitt usa una bola para atrapar muestras lunares en diciembre de
1972. Cintas de datos lunar recientemente restauradas muestran que la actividad
de los astronautas de Apolo calienta ligeramente la superficie de la luna.
(NASA)
A Katherine Johnson, que
mañana cumple 100 años, le encantaba contar, de hecho lo contaba todo, hasta
los platos que lavaba, y fue su maravillosa capacidad para el cálculo lo que
ayudó a poner en órbita el Apolo XI, que llevó por primera vez al hombre a la
Luna.
Las grandes misiones
científicas son fruto del esfuerzo combinado de grandes equipos en los que
todas las aportaciones cuentan, como la de Johnson y otras mujeres afroamericanas,
cuya labor en la NASA fue durante años desconocida para el gran público, hasta
la llegada de la película Hidden Figures (Figuras ocultas, 2016).
Ella fue una de las mujeres
negras que formaban un equipo en el Centro de Investigación Langley para
calcular la trayectoria de los primeros lanzamientos espaciales, unas
operaciones que hoy hacen los ordenadores, pero en los años sesenta los
“ordenadores llevaban falda”, según sus palabras recogidas en los numerosos
documentos que la Nasa le dedica en su web.
Katherine G. Johnson, Dorothy
Vaughan y Mary Jackson, tres mentes brillantes que lucharon para hacerse valer
en la NASA en sus representaciones en el cine. (20th century fox)
Fueron sus cálculos los que
ayudaron a que la misión Apolo XI llegara a buen puerto y a que Neil Armstrong
pisara la Luna (1969), pero también los que fijaron la trayectoria del primer
viaje al espacio de un estadounidense, Alan Shepard (1961).
Cuando la NASA empezó a usar
ordenadores para la misión en que John Gleen orbitó la Tierra por primera vez
(1962), le pidieron verificar los cálculos de la máquina. “Si ella dice que son
buenos, entonces estoy listo para ir”, dijo el astronauta, según recuerda
Johnson.
De hecho, la Nasa reconoce en
su web que “no habría podido hacer esas cosas sin Katherine Johnson y su amor
por las matemáticas”.
Johnson fue una niña curiosa y
brillante nacida el 26 de agosto de 1918 en White Sulphur Springs (Virginia,
EE.UU), que a los 10 años ya cursaba secundaria. Entró en la Universidad estatal
de West Virginia donde se graduó en Matemáticas y francés con los máximos
honores en 1937 y aceptó un trabajo como maestra en una escuela pública para
negros.
”Siempre estaba alrededor de
gente que estaba aprendiendo cosas -señala-, me encanta aprender. Aprendes si
quieres”.
La vida tomaría un nuevo
derrotero para Johnson cuando en 1952 un familiar le dijo que había puestos en
la sección de computación del ala oeste (donde trabajaban los afroamericanos)
del Laboratorio Langley de la NACA -predecesora de la Nasa- por lo que ella y
su marido decidieron mudarse a Hampton, en Virginia.
Mujer decidida y con dotes de
liderazgo, no se limitó a hacer cálculos sino que pidió asistir a las reuniones
con los ingenieros, algo inédito para una mujer y afroamericana, pero
finalmente lo consiguió, con lo que fue abriéndose camino y ganándose el
respeto de sus compañeros.
Corrían los años cincuenta y
las leyes de la segregación racial, aunque Johnson asegura que “no tenía tiempo
para eso” y recuerda lo que su padre le enseñó: “eres tan buena como cualquiera
en esta ciudad, pero no eres mejor. No tengo un sentimiento de inferioridad.
Nunca lo había hecho. Soy tan buena como cualquiera, pero no mejor”.
Tampoco sintió la segregación
en su trabajo. “Allí investigabas. Tenías una misión y trabajabas en ella”,
aunque, por ejemplo, cuando empezó a trabajar con blancos sus compañeros le
exigieron usar una cafetera distinta.
Esa es una de las historias
que refleja el libro “Hidden Figures”, de Margot Lee Shetterly, en el que se
basó la película del mismo nombre y que rescató del anonimato popular a Johnson
y dos de sus compañeras, Dorothy Vaughan y Mary Jackson, interpretadas por
Taraji Henson, Octavia Specer y Janelle Monáe, respectivamente.
Johnson trabajó en el centro
Langley hasta 1989, tiempo durante el que participó en proyectos como el del
transbordador Space Shuttle y fue autora o coautora de más de una veintena de
informes científicos.
Una larga carrera que fue
celebrada en 2015 cuando, ya con 97 años, recibió de manos del entonces
presidente estadounidense, Barack Obama, la Medalla presidencial de la
Libertad, que es la condecoración civil más importante del país. Y el año
pasado la Nasa le dio su nombre a un nuevo centro de investigación
computacional.
Johnson, que mañana cumplirá
un siglo, es defensora del trabajo duro, pero sobre todo de disfrutar de él.
“Yo fui a trabajar contenta cada día durante 33 años. Nunca me levanté un día y
dije: no quiero ir a trabajar”.
La Vanguardia 25.08.2018