lunes, 28 de enero de 2013

SALAMANCA EN CHILE


SALAMANCA, MÁS QUE LEYENDAS DE BRUJAS

Bajo las bondades que entrega el valle del Choapa, Salamanca busca entregar al turista un espacio de tranquilidad y descanso a sus visitantes

CUEVA DE LOS BRUJOS
Si viaja a Salamanca no puede dejar de visitar la Cueva de los Brujos, destino ubicado a 17 Km. de Salamanca, con una altura aproximada de 2.080 metros, consistente en una abertura rocosa que adquiere la forma de una profunda quebrada. Cuenta la leyenda que en este lugar se realizaban “Aquelarres” en la noche del viernes Santo y de San Juan.

Salamanca tiene historia. Fue fundada alrededor del años 1844, aunque la utilización de estas tierras proviene desde la conquista española, siendo encabezada por el abuelo de La Quintrala, Gonzalo de los Ríos. El territorio fue dividido en haciendas y quedó en manos de doña Matilde Salamanca quién al morir donó los terrenos a la iglesia Católica los que posteriormente fueron entregados a la Beneficencia Pública.

Los recuerdos de esa época son escasos, ya que, por ejemplo, la iglesia fundada en esos años fue destruida por el temporal del año 1957 y reemplazada por la actual que queda en la cabecera sur de la plaza.

LA RUTA MÍSTICA
No creo en brujos Garay, pero de que los hay... reza el dicho. Mucho se habla, sin conocer, de los brujos de Salamanca. Incluso un equipo de televisión para un programa sensacionalista les pagó a lugareños por decir falsas realidades de la magia negra.

Si bien es cierto que hay historias de brujería, la mayor parte son deformaciones de lo que los españoles motejaron así en cuanto a los ritos de los indígenas de la zona. Sin embargo, hay un lugar que es denominado por todos como una cueva de brujos: la raja de Manquehua. En dicho lugar, distante a uno 35 kms., cuenta la leyenda que a la llegada de los españoles una parte de los Picunches huyeron hacia el interior y que desde 1915 se vieron procesiones y antorchas encendidas en su interior, provocando el temor de los pobladores.

Supuestamente la raja es una hendidura subterránea que recorre todo el país y en su interior los brujos hacían sus encuentros o “aquelarres”. Nada es comprobable por cierto, pero como en todo lugar de misticismo intrínseco, las leyendas vuelan por sí solas.




lunes, 21 de enero de 2013

UNA REFLEXIÓN NORMAL...


¿QUÉ ES LO PARANORMAL?

Antes de intentar una definición de lo paranormal, conviene sentar algunas premisas referidas a su contraparte conceptual, es decir, lo normal.

Toda normalidad está referida a un mundo, siendo, por lo tanto, una noción relativa y compartida.

Un mundo es el resultado de la interacción de un colectivo psíquico con un entorno cultural dado. Así existen, por ejemplo, el mundo de las abejas, el mundo de los microbios y el mundo de los Yanomamis. En cada mundo existen normas culturalmente establecidas

En un mundo determinado pueden darse sucesos y conductas anormales, pero esto no tiene relación con lo paranormal. Lo anormal, además, rompe las normas, pero no es necesariamente disfuncional. La presencia de un fiscal de tráfico montando un camello en el centro de Nueva York, por ejemplo, sería algo anormal, pero podría funcionar.

Todo psiquismo representa un nivel de percepción, lo cual implica restricciones que limitan la aprhensión de realidad. Estas restricciones perceptuales se deben a que nuestros sentidos, y los sentidos de cada especie, no pueden captar toda la gama de estímulos que envía el entorno objetivo. Este enfoque amplía la noción de normalidad, fundamentando, además, la definición de paranormal que deseamos precisar, ya que permite tratar el espacio como una matriz de realidades dimensionales.

La realidad también es una resultante interactiva, que podría ser compartida por diferentes colectivos en la medida de su impacto. Un pájaro con una ala rota podría sentir temor ante la presencia de un gato, pero si un elefante entra en escena no sentirá temor alguno; empero si se presenta un gran fuego los tres huirán. Todo esto es posible mientras el colectivo comparta las mismas restricciones perceptuales.

Lo perceptual, es decir, lo fenoménico, todo aquello que logra impresonar nuestro aparato perceptor (los sentidos), implica, en conjunto, la percepción del espacio, es decir, su dimensionalidad. La abeja muere tratando de atravesar el cristal, (1) debido a que es atraida por la luz que ella puede percibir al otro lado del mismo y (2) porque su restricción, en lo que respecta al sentido espacial que ella posee, no le permite darse cuenta de que volando en una dirección distinta a las dos que determinan la dimensionalidad del plano que la ataja, podría evitar el obstáculo. Un ser humano se devolvería de inmediato porque su sentido espacial abarca tres dimensiones.

Lo objetivo es algo interpretable que existe fuera de la conciencia del sujeto. A diferencia de la realidad, lo real sería, dentro de la coherencia del presente enfoque, lo objetivo no-interpretable.

Algunos místicos como Pedro Ouspensky han hablado de "conciencia objetiva" para referirse a uno de los grados más altos de lo que los especialistas denominan "conciencia expandida", desde la cual sería posible, no sólo contemplar la realidad tal cual es, sino vivenciarla desde dentro (multidimensionalmente), es decir, ser uno con ella, pero desafortunadamente este no es el caso.

Lo normal –insistimos- podría entenderse, a manera de contraste con lo paranormal, como una serie de restricciones perceptuales compartidas por un colectivo, que bien puede ser una familia, un barrio, una ciudad, un país o el planeta entero.

Lo normal, además, forma parte de los llamados paradigmas, que son una especie de modelo generalizado para entender la realidad, "la forma como percibimos el mundo", según Adam Smith, quien afirma también que el augusto paradigma dentro del cual vivimos es básicamente racional y científico: sólo aquello que es susceptible de ser repetido por otros hombres de ciencia, sólo aquello que es mensurable, puede convertirse en "verdad". Cualquier cosa que rompa el paradigma francamente nos incomoda... Mientras este paradigma persista el colectivo no podría investigar lo paranormal, principalmente porque estos fenómenos no están bajo su control, no son repetibles, requiriéndose una metodología especial.

De lo dicho puede colegirse fácilmente que la normalidad dentro de un mundo dado, cualquier mundo, no es toda la realidad, pues lo real es infinito, como el universo. Un mundo representa un subconjunto muy pequeño dentro del universo de mundos, pero todos los mundos posibles, incluyendo los correspondientes a realidades alternas, son tan sólo una parte de ese Gran Todo que es lo real.

Dentro de este orden de ideas lo paranormal podría ser una perturbación o una intercepción de realidades, como lo sugirió alguna vez el astrofísico Dr. Allen Hynek. Si alguien toma una hormiga con una pinza y la coloca dos metros más allá, la hormiga, asumiendo que perciba el desplazamiento, no podría entender lo sucedido, simplemente porque para ella es algo paranormal. 

Cualquier manifestación o percepción que no esté codificada dentro del paradigma es de hecho paranormal y, por lo tanto, incómoda. Charles Fort se ocupó de clasificar algunas de estas manifestaciones y las denominó "hechos malditos", pero el amigo Fort, es bueno decirlo, exageró un poco. Francamente hablando, nos parece que el extrañarse ante esas percepciones singulares que suelen impresionarnos alguna vez en la vida, o temerlas, no deja de indicar subdesarrollo conscientivo, es decir, sueño de la conciencia, razón por la cual ampliar la conciencia, expandirla, desarrollarla, debe ser una meta para todo buscador de la verdad.

Si consideramos en profundidad la tesis aquí planteada, podría afirmarse, entonces, que lo paranormal es lo normal en el universo.

El estudio de lo paranormal exige una mente verdaderamente científica, es decir, abierta, desprejuiciada, dialéctica...

Miguel Paz Bonells


lunes, 7 de enero de 2013

¿LOS ANIMALES DOMÉSTICOS PERMANECEN CON SUS AMOS EN CASA DESPUÉS DE MUERTOS?


FANTASMAS ANIMALES

¿Es posible que exista vida después de la muerte? Si es así, ¿Se limita únicamente para los seres humanos? o ¿Es posible que los animales también vaguen por el mundo de los espíritus en forma de fantasmas?

Yo creo que sí.

Mucha gente que incluso cree en los fantasmas de las personas que fallecieron, se mantienen escépticos ante la idea de un fantasma animal. Ellos alegan que como los animales no tienen alma, no puede existir su espíritu cuando ellos mueran. Pero los perros, gatos, aves y cualquier animal están conformados por el mismo tipo de energía que nosotros los humanos. Esta misma energía que sobrevive después de que nuestro cuerpo muere. Cualquiera que tuvo una relación muy cercana con una mascota comparte con ella una conexión psíquica muy importante, pues nuestras mascotas son compañeros, amigos, guías y hasta guardianes. La gente -generalmente- ama a sus mascotas y esto es parte de esa conexión psíquica.

Aunado a esto, los animales no solo son capaces de realizar apariciones sino que en vida son capaces de percibir presencias del más allá. Todos alguna vez escuchamos sobre el sexto sentido animal. Esa capacidad de ver, olfatear o sentir a un espíritu -bueno o malo- tampoco se limita a los perros y gatos. La mayoría de los animales sufren de nerviosismo en un lugar donde habitan presencias paranormales, experimentan miedo y ansiedad.  Algunos perros ladran a una equina vacía del cuarto, algunos gatos erizan sus pelajes al paso de una sombra que nosotros no alcanzamos a percibir, etc.

Entonces, si los animales están tan ligados al mundo de los espíritus ¿Por qué negar la posibilidad de que el alma de estos animalitos también pueda existir en forma de fantasmas, después de su muerte?

He escuchado infinidad de historias sobre perros fantasma. O quizá algún ruido extraño durante la madrugada que se asemeja al jadeo de un perro en una casa donde nunca han tenido mascota.

Ayer vi algo que pudiera haber sido un fantasma animal: un gato.

A la hora de recoger a mi hijo de la escuela, ya son las 7:00pm y gracias al cambio de horario, la noche ya se apoderó de la región. Ya no hay nada de claridad y siendo un camino un poco alejado de las avenidas principales de la ciudad, falta iluminación hay muchos pastizales y pocas casas. El día de ayer llegué a la escuela y estacioné mi coche. Apague las luces exteriores y mi esposo fue a recoger al niño mientras yo me quedé esperándolos. De pronto alcancé a ver en un árbol frente a mi coche como un gato negro bajaba a una banca que estaba al lado del árbol. Después saltó hacia el camino y desapareció. Al principio no lo pude asimilar bien, pensé que por la oscuridad de la noche lo había perdido de vista pero fue todo muy rápido. No lo vi correr, no lo escuché, había camino limpio hacia los dos lados pero no lo vi correr hacia ninguno de los dos lados.  La única explicación lógica que me quedaba era que el gato hubiese corrido hacia abajo de mi carro y por eso lo perdí de vista. Así que me bajé a buscarlo, para evitar atropellarlo al momento de irme. Pero no había rastro del gato, no había huellas en la tierra ni nada. Desapareció ante mis ojos sin ninguna explicación.

Lo que vi entonces ¿Sería el fantasma de un gato?

Publicado por AlexaCrow en 11:09