Por: Jordi De Letic
El hombre necesita mitos, creer en milagros y en fenómenos paranormales. Hay hechos paranormales que son ciertamente reales, pero debido a esa necesidad de creer en fenómenos más allá de la mente racional, seres humanos perspicaces y poco escrupulosos crean e inventan leyendas inexistentes. Eso se ha producido en todas las épocas. Explorar en documentaciones reales, falsificando su intencionalidad ha sido una habilidad de aquellos perspicaces, así desde tiempo inmemorial determinados hombres han utilizado información y textos que sacados de contexto han servido a sus propósitos de amedrentar a la población ignorante de aquellos escritos, para su beneficio tanto económico como de poder, así tenemos uno de estos mitos, el número 666 denominado como el número de la bestia.
Debemos trasladarnos a los tiempos en que fue escrito el Apocalipsis. Texto del cual se extrae la idea del número de la bestia. En esta época el conocimiento de las ciencias ocultas y su práctica eran comúnmente utilizadas. Una de estas ciencias es la Numerología. Sí aceptamos la práctica habitual de esta ciencia y entramos en el mecanismo de funcionamiento que era la conjunción de los alfabetos utilizados como elementos contables definitorios de los sistemas numerales de la época, podemos empezar a hacer un cúmulo de deducciones que nos llevarán a firmar de la denominación del 666 es una falacia creada por personajes poseedores del conocimiento pero humanamente poco escrupulosos en la forma de utilizarlo y así se convierten en vulgares y a la vez hábiles manipuladores.
Después de haber leído esta profecía del Nuevo Testamento y habiendo consultado otros libros de matemáticas y de investigación numerológica se puede llegar a la conclusión de que la bestia no fuese realmente tal bestia sino un emperador romano, presumiblemente Nerón o Domiciano. De todos los latinistas e historiadores de la época romana, es conocido el carácter intolerante y absolutista de gobernar que tenían los mencionados emperadores.
Utilizando la expresión, que en el texto de referencia se menciona como Número de la Bestia, en su forma literal, no queriendo profundizar en la concepción esotérica de la profecía, ciertamente es fácil considerar terrible el número 666. Pero en las investigaciones numerológicas en las que se llega a una fiable concepción del Ser Humano, podemos comprobar que el número 36 en su adición teosófica da como resultado 666. Y si partimos de la base que el número 36 es el absoluto o dicho de otro modo, el infinito... y nos aventuramos a definir a Dios como un Ser Infinito, por paralelismo, el 36 es Dios, y si hacemos caso al número de la bestia considerándolo como el Diablo, lo único que se ha conceptuado con esa expresión es la dualidad entre el bien y el mal, cosa que a mi entender no tiene sentido, en la profecía anteriormente descrita y mucha menos hacerla aparentar como algo perverso; pues el bien y el mal son conceptos disciplinares que varían según los aspectos culturales de los distintos pueblos a los que se aplique.
Para los pocos versados en alquimia numerológica podemos informarles de que el 36 como número alquímico se usaba en bases de formulación, y así encontramos en la Edad Media varias representaciones de cuadros mágicos que eran utilizados tanto en medicina para formular las combinaciones herbáceas de las terapias como identificadores planetarios que en el caso del 36 representaba a la estrella SOL. También lo encontramos en textos de pócimas y brebajes de magos, brujas, y otros personajes calificados de diabólicos por la Santa Inquisición, cuyo contenido (los que nos han llegado a nuestros días) todavía no ha podido ser interpretados.
Una de las disciplinas que se integran en el estudio de las matemáticas es la geometría, esto es debido a que los cuerpos, tanto celestiales como terráqueos se presentan en formas geométricas que deben descifrarse matemáticamente. De estas figuras la que nos importa es la circunferencia, debido a que su estructura nos da la idea de infinito y su valor en grados es de 360 o sea que encontramos el número 36. La esfera es también una composición geométrica que se encuentra en la naturaleza y nos sigue dando la idea del infinito a partir de la circunferencia.
Estudiadas estas figuras vemos que están formadas por ese 36 que en su adición teosófica nos da 666 y como acabamos de afirmar que la circunferencia es la manifestación de lo infinito y en teología se define a lo infinito Dios, encontramos una similitud entre Dios y el 666. Somos conscientes que la última afirmación puede parecer una herejía, al relacionar a Dios con una circunferencia y el 666. No pretendemos entrar en una polémica teológica pero sí definir el concepto de dualidad o el concepto del bien y el mal que tanto está el uno como el otro dentro de lo infinito. Con los conocimientos científicos actuales podemos constatar que en el espacio intergaláctico la esfera es la figura por excelencia, en ocasiones imperfectas, más en la imperfección está o se manifiesta la Divinidad.
Dejando los aspectos teológicos y haciendo un análisis numerológico, teniendo en cuenta lo que hemos dicho al principio de los conocimientos del alfabeto y sus correspondencias numerales, podemos aceptar perfectamente que el número de la bestia 666, fuese solamente una clave para no ser descubierta por los gobernadores romanos, habida cuenta que los cristianos y otros pueblos sometidos a Roma trabajan en la clandestinidad y debían comunicarse por medio de mensajes cifrados. Así pues es una falacia que pensemos en la malignidad del 666 sin tener en cuenta su inocencia en los escritos del Apocalipsis y su componente esotérico en los conceptos vivénciales.
En la Edad Media cuando la iglesia de Roma estaba altamente deteriorada por corruptelas y desvaríos de sus máximos representantes, apareció el reformador Martín Lucero, su nombre en latín "Luthernuc". No faltaron eruditos que para mantener su reluciente barriga aceptaron el encargo de los mentecatos poderosos, y de inmediato pasaron a trabajar bajo los conocimientos de la Numerología y podemos comprobar que si aplicamos en número a estas letras, que serían por el mismo orden, 30, 200, 100, 8, 5, 80, 40, 200, 3, la suma total de los mismos da 666. Los teólogos romanos de la época aparentemente inteligentes (como decíamos al principio) pero mentes retorcidas, atentas para no perder el poder que ostentaban, quisieron demostrar que el "reformador" era heredero directo o reencarnado de la "bestia" que figuraba en las Santas Escrituras; pero como mentes retorcidas las hay en todas partes, también las había del lado del reformador alemán y así tomando las cifras romanas contenidas en las letras Vicarius Filill Dei, que figura en la tiara papal se obtiene también la cifra "maléfica" de 666.
Como vemos el 666 ha sido utilizado por cerebros preclaros ostentadores del poder como un número maléfico y teniendo en cuenta que el 666 es la adición teosófica del número 36 que a su vez nos define al hombre en su infinito, y al infinito en su finito nos podemos permitir el desenmascarar a los plagiadores y asegurar que 666 es ciertamente un número divino o mágico, o con gran poder pero jamás por sí solo maléfico. En todo caso el demonio, la bestia, o la maldad intrínseca está en los hombres que así usan el 666.
¿El 666 y su utilización con fines subliminales?
Analizando todos los conceptos esotéricos del 666, podemos reunirlos en el concepto de la Trinidad, del tercio, en sus distintas expresiones y significados. Este sería el motivo por el que los intereses especulativos utilizaran al 666 para sus propósitos. Estos intereses en el Siglo I de Nuestra Era fuertemente condicionado por las ciencias de la Numerología y del ocultismo lo utilizaron para sus propósitos, los herederos de estos intereses, menos cultos pero igual de ambiciosos aplican las mismas teorías sin tener claros los conceptos básicos y aprovechando la gran capacidad de los medios actuales para la desinformación del pueblo (antes populacho) y hago esta expresión entre paréntesis para significar la hipocresía de nuestras sociedades democráticas que nos dicen pueblo cuando realmente en sus concepciones internas siguen menospreciándonos y para ello utilizan en su ignorancia el miedo, que en nuestra incapacidad puede infundir tres cifras que puestas en la entrada de la Banca Rockefeller en Nueva York causal un temor subliminal en la población. Así como, el saber que el Código de las tarjetas de Créditos también se rige por el 666 y queriendo manifestar al dinero como el poder del Mal, nos han servido el canapé de nuestra propia ignorancia.
Jordi De Letic
Numerólogo y Terapeuta Catalán, ha destacado además, como especialista en Flores de Bach. Posee un Diplomado en Control Mental (Método Silva), y es un ávido estudioso de las matemáticas aplicadas a la metafísica, colaborando en este campo con numerosos medios de comunicación en España.