Es el personaje más esperado en los hogares italianos durante la fiesta de
la Epifanía
Hay figuras
legendarias que nunca pierden lustre. Así ocurre con la Befana, la viejecita
bruja más amada por los niños italianos, tradición única y sugestiva de la
fiesta de la Epifanía, versión italiana de los Reyes Magos. Celebrada en muchas
ciudades, la Befana llega siempre con su mágica escoba llevando dulces y
juguetes. A Florencia han llegado en grupo en canoa con la poesía del río Arno,
una de las citas tradicionales más esperadas en toda la ciudad por pequeños y
grandes. Son befanas especiales con un corazón grande porque distribuyen bellos
calcetines llenos de dulces. En otros rincones de Italia se repiten parecidas
celebraciones: hay centros históricos que se visten de fiesta con puestos de
productos típicos que invitan a descubrir la artesanía y especialidades
locales, mientras la Befana sin darse tregua continúa distribuyendo regalos
para los más pequeños, entre bailes, música y vin brulè (vino caliente) para
hacer frente al frío.
Mezcla
la Befana leyenda y tradición con raíces precristianas. Un cuento popular
relaciona a este personaje folclórico con los Reyes Magos: estos en su camino
hacia Belén, al no dar con el camino correcto, solicitaron ayuda a una anciana
que les ayudó y regaló dulces. Pero su origen se puede remontar a ritos
propiciatorios paganos, entre los siglos X-VI a. C., relacionados con ciclos
estacionales de la agricultura, ritos que fueron heredados por los antiguos
romanos, asociándolos a su calendario. Aunque su imagen se representa como una
bruja, en realidad se trata de una vieja afectuosa, mostrada sobre una escoba
volante, un antiguo símbolo que da representación a la purificación de las
casas y también de las almas, en previsión del renacer de la nueva estación. Si
bien la Iglesia comenzó, a partir del siglo IV, a condenar todos los ritos y
las creencias paganas, por considerarlos fruto de influencias satánicas,
gradualmente el catolicismo fue aceptando la antigua figura pagana femenina. La
Befana recuerda la tradición religiosa de Santa Lucía, que ofrecía regalos a
los niños, como hacía San Nicolás antes de Papá Noel.
En
Italia incluso el régimen fascista intentó apropiarse de su figura: introdujo
la festividad de la Befana fascista, en la que se distribuían regalos a los
niños de las clases más desfavorecidas. En el periodo reciente, son
innumerables y difusas las representaciones italianas de la Befana y las
fiestas que se le dedican, siempre con un denominador común: hacen soñar a los
niños y los grandes quieren volver a vivir los recuerdos de la infancia. Nadie
puede romper ese embrujo, ya se trate de la Befana, Papá Noel o los Reyes
Magos. A este respecto, Roma ha vivido estos días un caso clamoroso: Giacomo
Loprieno, director de Disney in Concert, al final de un concierto para niños en
el Auditorium Parque de la Música se le ocurrió decir que «Papá Noel no
existe». Estas cuatro palabras desencadenaron el llanto de los niños y la
ruidosa protesta de los padres, acabando con la destitución del director. ABC
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