EL HALLAZGO DE OTROS 132 RESTOS ÓSEOS AUMENTA A 269 LOS MENORES VÍCTIMAS
DE RITUALES DE LA CIVILIZACIÓN CHIMÚ
El hallazgo de 132 restos óseos de niños en el norte de
Perú eleva a 269 las víctimas del mayor sacrificio ritual de menores en la
historia que tuvo lugar hace 550 años en el distrito de Huanchaco, situado en
la región La Libertad de la provincia de Trujillo.
El equipo liderado por el arqueólogo Gabriel Prieto y
financiado por National Geographic ha descubierto los nuevos restos en la misma
zona de Pampla La Cruz donde en 2018 fueron exhumados los huesos
extraordinariamente bien conservados de otros 137 niños de entre 5 y 14 años
que fueron sacrificados durante la civilización Chimú, según informa el diario El Comercio y la agencia de noticias Andina.
«En este caso se trata de cuatro eventos de sacrificios,
que van desde el año 1200 a 1520; es decir, uno cada 100 años, que se
realizaron durante todo el apogeo de la civilización Chimú. Esto nos demuestra
que incluso con la conquista inca, los chimúes continuaron con sacrificios
humanos», precisó Prieto a El Comercio.
En este mismo lugar se hallaron además restos óseos de
tres adultos y de 260 llamas jóvenes, que se suman a los de 206 de estos
animales andinos desenterrados desde que comenzaron las excavaciones en la zona
en 2011.
Los arqueólogos han comprobado con sorpresa que algunas
de las osamentas de los niños conservan casi intacto su cabello e incluso, uno
lleva un tocado de plumas de guacamayo, tela de algodón y delgadas trenzas de
lana. «Lo extraordinario es que hemos encontrado un conjunto de 10 tumbas y
aparentemente de niños de la élite Chimú porque fueron enterrados con
artefactos y vestidos pintados. Incluso hemos encontrado semillas de ishpingo y
tocados con plumas de aves exóticas de la selva en excelente estado de
conservación», detalla Prieto al diario peruano.
Para los expertos, la presencia de estas semillas y
plumas revelan el comercio activo que existía entre las sociedades que vivían en
la costa peruana y las selváticas.
Las víctimas tenían marcas de corte profundo, de forma
horizontal, infligidas de un solo golpe en el esternón de los niños, a la
altura del corazón y que habrían sido realizadas por un pesado cuchillo de
cobre que fue encontrado recientemente, con una especie de sonajero en su
mango, según describe la agencia Andina.
Prieto sospecha que esta masacre ritual tuvo algo que ver
con el fenómeno climático de El Niño, ya que el grosor del barro en el que han
sido hallados los restos revela que hubo lluvias muy intensas y esas
precipitaciones solo se registran en esta árida costa cuando El Niño azota
Perú.
Este alto número de niños que representan el futuro de la
sociedad habría sido la ofrenda más preciada, un alto precio con el que se
pretendió detener las lluvias torrenciales y las inundaciones. Ahora los
investigadores tratan de averiguar si las víctimas consumieron algún brebaje
antes de morir que sometiera su voluntad. ABC
No hay comentarios:
Publicar un comentario