Prácticamente del mismo tamaño que los humanos, los elfos islandeses no tienen nada que ver con los que aparecen en el cine estadounidense, no son seres pequeños dando forma a la navidad
Entre volcanes y glaciares, Islandia se alza como uno de los países más bellos del mundo. Sin embargo, sus encantos no son tan sencillos como la imagen bucólica que a veces se determina de ella. Del islandés 'Ísland', vocablo que proviene del nórdico antiguo, su nombre significa 'tierra de hielo', pero su ubicación la hace tierra de mucho más. Entre glaciares imponentes y cientos de volcanes, esta isla que flota al norte del océano atlántico parece mágica y, de hecho, tal vez lo sea. La sociedad islandesa reconoce sus verdades a través de sus mitos y acechos, se narra a través de la naturaleza cruda que habita. Mirar más allá aquí es atravesar las montañas, la tierra que hierve o la nieve que intenta enfriarla. Todo en el país es como un equilibrio palpitante. "Es imposible vivir en este paisaje y no creer en la existencia de una fuerza más grande que uno", declaraba a la BBC la profesora experta en folclore islandés Adalheidur Gudmundsdottir
Una encuesta llevada a cabo en 2007 por la Universidad de Islandia lo evidenció: aunque solo el 8% de los encuestados parecían estar seguros de que la existencia de los elfos, más del 80% no negó su existencia, y el 62% consideraba que la existencia de estos seres era más que un cuento de hadas. Si bien el pensamiento mágico vertebra las tradiciones humanas en todo el planeta, en Islandia
Seres con una vida normal pero oculta
Los elfos islandeses no tienen nada que ver con los que
aparecen en el cine estadounidense, no son seres pequeños dando forma a la
navidad. Los huldufólk, también conocidos como la gente oculta, son
prácticamente del mismo tamaño que los humanos y viven en un mundo paralelo
similar al nuestro. Están ahí, en el interior de lo que se ve y se debe ver más
allá para convivir en armonía con un paisaje tan vivo. Llevan una vida normal
junto a las personas, afirma la escritora Charlotte Bond en el portal de 'The
Vintage News'. Según sostiene Bond, el día a día de estos seres consiste en
pescar, cultivar, cuidar de sus familias y disfrutar del ocio, incluso van a la
iglesia los domingos.
Jacqueline Simpson, profesora visitante en el Centro Sussex de Folklore, Cuentos de Hadas y Fantasía de la Universidad de Chichester, en Inglaterra, afirma en un reportaje de Ryan Jacobs para 'The Atlantic' que las referencias a la palabra alfar, o "elfo", aparecieron por primera vez en el registro islandés en poemas de la época vikinga, alrededor del año 1000 d. C. Su omnipresencia está desde entonces muy presente en Islandia. Tanto es así que los planes urbanísticos quedan determinados no solo por las preocupaciones medioambientales de la ciudadanía, sino también por la convivencia con las criaturas que no se ven.
Según recoge Bond, una roca conocida como Álfhóll (Elfhill) en Kòpavogur, al sur de Reykjavík, interrumpió un proyecto de obras viales durante cincuenta años, a partir de la década de 1930, con el posterior abandono de varios planes que iban a llevarse a cabo entonces. "Cuando se hizo un esfuerzo por retomarlos en la década de 1980, aparecieron equipos de televisión, algunos afirmando que sus cámaras dejaban de funcionar cuando se enfocaban en la roca. Finalmente, se construyó un camino, pero alrededor de la piedra".
Respetar a los elfos
La historia se volvió a repetir en 2014, esta vez al norte
de la capital y durante ocho años. El ayuntamiento planeaba construir una
carretera por una zona donde se halla una roca conocida como Ófeigskirkja. El
alquitrán destruiría la roca y atravesaría los campos de lava circundantes.
Entonces, comenzaron las protestas por evitar que destruyesen el hábitat de los
elfos. Ragnhildur Jónsdóttir, director del llamado 'The Elf Garden', un parque
de cuento de hadas dentro de rocas de lava que se encuentra en Hellisgerdi
Park, en la ciudad de Hafnarfjödur afirmaba a 'The Guardian' en 2015 que los
elfos habían contactado con él en 2012, cuando ya se planeaba la carretera,
para suplicarle que protegiera su capilla. "Me dijeron que Ófeigskirkja se
había utilizado como un faro para guiar a la gente a través del campo de lava
durante siglos, por lo que me pidieron que escribiera al alcalde para detener
la carretera", aseguraba. La creencia más popularizada en el país sostiene
que los elfos viven dentro de rocas grandes ubicadas en playas y campos de
lava. Son seres pacíficos, asegura la periodista Emma Jane Kirby, pero si se
les falta al respeto explotando dinamita en sus casas e iglesias de roca, no
son reticentes a mostrar su descontento. De este modo, la construcción en
Islandia tiene bastante que ver con la comunidad no visible.
Una preocupación compartida
"El pensamiento mágico es en realidad una ventaja para
los humanos", explica la terapeuta Pam Shaffer en otro reportaje de la
BBC. Creer en elfos o en los huldufólk, añade, puede expandir tu visión del
mundo, tus horizontes, hacerte más abierto y flexible. "Todos son
conscientes de que la tierra está viva, y se puede decir que las historias de
personas ocultas y la necesidad de trabajar con cuidado con ellas refleja un
entendimiento de que la tierra exige respeto" Así, con los años la propia
administración de carreteras y costas de Islandia ha desarrollado una respuesta
oficial ante posibles conflictos que pudieran haber: "No se puede negar
que la creencia en lo sobrenatural es ocasionalmente el motivo de las
preocupaciones locales, y estas opiniones se van a tener en cuenta como las de
cualquier otra persona". La respuesta también aclara que en el pasado
"los problemas se han resuelto retrasando los proyectos de construcción
para que los elfos puedan, de alguna forma, seguir cohabitando con los
humanos". Se trata, al fin y al cabo, de abrazar un entorno que ofrece y
recuerda al mismo tiempo. "Los islandeses viven en un lugar donde la
tierra puede destruir su casa a través de terremotos, erupciones y cualquier
otro tipo de movimiento natural repentino", recuerda Terry Gunnell,
profesor de Folklore, en 'The Vintage News'. Para Gunnell, "todos son
conscientes de que la tierra está viva, y se puede decir que las historias de
personas ocultas y la necesidad de trabajar con cuidado con ellas refleja un
entendimiento de que la tierra exige respeto".
Fuente: El Confidencial - Fotos: iStock
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