UNA EXTRAÑA EXPERIENCIA EN CONCEPCION
La experiencia que relataré nunca la he publicado ni escrito siquiera ante ella, pero he concluido que, pese a la duda, es mejor decirla que callarme.
El centro de Concepción, obviamente junto a su bella Plaza de Armas, siempre ha sido muy concurrida por el público, debido a su fuerte atractivo comercial. Esto que recuerdo siempre en horas de la tarde y no se prolongo más allá de un lapso de un mes.
El hecho concreto es que comencé a fijarme en cierto tipo de personas: Altas, de tez blanca, no acompañados, de movimiento casi automáticos, espaldas muy rectas, entre jóvenes a varones de edad media, ninguna mujer. Ropaje corriente. ¿Pero qué fue lo que me dejo perplejo?. Es que indefectiblemente sus nucas. No usaban sombrero de ninguna clase. Se apreciaban como en ángulo recto, desusadamente, planos los occipitales, lo que les daba un aspecto inolvidable. Creo que fueron a 10 las personas que tenían estas características. Al paso de estos tantos años que ya suman 68, no he vuelto a ver algo igual, a pesar de que he recorrido la mayor parte del territorio nacional.
Otras características es que eran delgados, facciones normales, de cabello negro a rubio oscuro, peinados hacia atrás. Rostros angulosos, estaturas corrientes, pero más bien altos, narices algo alargadas.
A pesar de los años, este recuerdo ha permanecido imborrable en mi memoria y les aseguro que no es fantasía de un adolescente y me reconozco como una persona de hábitos de observación. Por supuesto que estas vivencias las comenté con mis amigos de entonces, quienes también quedaron extrañados y, al igual que yo, esas raras personas no eran reconocidas como habituales recurrentes a esos céntricos lugares, al contrario de nosotros, que todas las tarde íbamos a practicar el ocio e irresponsabilidad como estudiantes.
Nota Redacción:
Consultados los archivos del IIEE de Chile otro ciudadano de esta ciudad, Alejandro Verdugo Garay, tuvo una experiencia similar, teniendo luego a lo largo de su vida otras similares con seres extraños, totalmente fuera de contexto, en la cordilelera de Nahuelbuta.
FUENTE: Raúl Gajardo Leopold
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