¿QUÉ
ES LO PARANORMAL?
Antes
de intentar una definición de lo paranormal, conviene sentar algunas premisas
referidas a su contraparte conceptual, es decir, lo normal.
Toda
normalidad está referida a un mundo, siendo, por lo tanto, una noción relativa
y compartida.
Un
mundo es el resultado de la interacción de un colectivo psíquico con un entorno
cultural dado. Así existen, por ejemplo, el mundo de las abejas, el mundo de
los microbios y el mundo de los Yanomamis. En cada mundo existen normas
culturalmente establecidas
En
un mundo determinado pueden darse sucesos y conductas anormales, pero esto no
tiene relación con lo paranormal. Lo anormal, además, rompe las normas, pero no
es necesariamente disfuncional. La presencia de un fiscal de tráfico montando
un camello en el centro de Nueva York, por ejemplo, sería algo anormal, pero
podría funcionar.
Todo
psiquismo representa un nivel de percepción, lo cual implica restricciones que
limitan la aprhensión de realidad. Estas restricciones perceptuales se deben a
que nuestros sentidos, y los sentidos de cada especie, no pueden captar toda la
gama de estímulos que envía el entorno objetivo. Este enfoque amplía la noción
de normalidad, fundamentando, además, la definición de paranormal que deseamos
precisar, ya que permite tratar el espacio como una matriz de realidades
dimensionales.
La
realidad también es una resultante interactiva, que podría ser compartida por
diferentes colectivos en la medida de su impacto. Un pájaro con una ala rota
podría sentir temor ante la presencia de un gato, pero si un elefante entra en
escena no sentirá temor alguno; empero si se presenta un gran fuego los tres
huirán. Todo esto es posible mientras el colectivo comparta las mismas
restricciones perceptuales.
Lo
perceptual, es decir, lo fenoménico, todo aquello que logra impresonar nuestro
aparato perceptor (los sentidos), implica, en conjunto, la percepción del
espacio, es decir, su dimensionalidad. La abeja muere tratando de atravesar el
cristal, (1) debido a que es atraida por la luz que ella puede percibir al otro
lado del mismo y (2) porque su restricción, en lo que respecta al sentido
espacial que ella posee, no le permite darse cuenta de que volando en una
dirección distinta a las dos que determinan la dimensionalidad del plano que la
ataja, podría evitar el obstáculo. Un ser humano se devolvería de inmediato
porque su sentido espacial abarca tres dimensiones.
Lo
objetivo es algo interpretable que existe fuera de la conciencia del sujeto. A
diferencia de la realidad, lo real sería, dentro de la coherencia del presente
enfoque, lo objetivo no-interpretable.
Algunos
místicos como Pedro Ouspensky han hablado de "conciencia objetiva"
para referirse a uno de los grados más altos de lo que los especialistas
denominan "conciencia expandida", desde la cual sería posible, no
sólo contemplar la realidad tal cual es, sino vivenciarla desde dentro
(multidimensionalmente), es decir, ser uno con ella, pero desafortunadamente
este no es el caso.
Lo
normal –insistimos- podría entenderse, a manera de contraste con lo paranormal,
como una serie de restricciones perceptuales compartidas por un colectivo, que
bien puede ser una familia, un barrio, una ciudad, un país o el planeta entero.
Lo
normal, además, forma parte de los llamados paradigmas, que son una especie de
modelo generalizado para entender la realidad, "la forma como percibimos
el mundo", según Adam Smith, quien afirma también que el augusto paradigma
dentro del cual vivimos es básicamente racional y científico: sólo aquello que
es susceptible de ser repetido por otros hombres de ciencia, sólo aquello que
es mensurable, puede convertirse en "verdad". Cualquier cosa que
rompa el paradigma francamente nos incomoda... Mientras este paradigma persista
el colectivo no podría investigar lo paranormal, principalmente porque estos
fenómenos no están bajo su control, no son repetibles, requiriéndose una
metodología especial.
De
lo dicho puede colegirse fácilmente que la normalidad dentro de un mundo dado,
cualquier mundo, no es toda la realidad, pues lo real es infinito, como el
universo. Un mundo representa un subconjunto muy pequeño dentro del universo de
mundos, pero todos los mundos posibles, incluyendo los correspondientes a
realidades alternas, son tan sólo una parte de ese Gran Todo que es lo real.
Dentro
de este orden de ideas lo paranormal podría ser una perturbación o una
intercepción de realidades, como lo sugirió alguna vez el astrofísico Dr. Allen
Hynek. Si alguien toma una hormiga con una pinza y la coloca dos metros más
allá, la hormiga, asumiendo que perciba el desplazamiento, no podría entender
lo sucedido, simplemente porque para ella es algo paranormal.
Cualquier
manifestación o percepción que no esté codificada dentro del paradigma es de
hecho paranormal y, por lo tanto, incómoda. Charles Fort se ocupó de clasificar
algunas de estas manifestaciones y las denominó "hechos malditos",
pero el amigo Fort, es bueno decirlo, exageró un poco. Francamente hablando,
nos parece que el extrañarse ante esas percepciones singulares que suelen
impresionarnos alguna vez en la vida, o temerlas, no deja de indicar
subdesarrollo conscientivo, es decir, sueño de la conciencia, razón por la cual
ampliar la conciencia, expandirla, desarrollarla, debe ser una meta para todo
buscador de la verdad.
Si
consideramos en profundidad la tesis aquí planteada, podría afirmarse,
entonces, que lo paranormal es lo normal en el universo.
El
estudio de lo paranormal exige una mente verdaderamente científica, es decir,
abierta, desprejuiciada, dialéctica...
Miguel Paz Bonells
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