SALAMANCA, MÁS QUE LEYENDAS DE BRUJAS
Bajo las bondades que entrega el valle del Choapa, Salamanca busca entregar al turista un espacio de tranquilidad y descanso a sus visitantes
CUEVA DE LOS
BRUJOS
Si viaja a
Salamanca no puede dejar de visitar la Cueva de los Brujos, destino ubicado a
17 Km. de Salamanca, con una altura aproximada de 2.080 metros, consistente en
una abertura rocosa que adquiere la forma de una profunda quebrada. Cuenta la
leyenda que en este lugar se realizaban “Aquelarres” en la noche del viernes
Santo y de San Juan.
Salamanca tiene historia. Fue fundada alrededor del años 1844, aunque la utilización de estas tierras proviene desde la conquista española, siendo encabezada por el abuelo de La Quintrala, Gonzalo de los Ríos. El territorio fue dividido en haciendas y quedó en manos de doña Matilde Salamanca quién al morir donó los terrenos a la iglesia Católica los que posteriormente fueron entregados a la Beneficencia Pública.
Los recuerdos de esa época son escasos, ya que, por ejemplo, la iglesia
fundada en esos años fue destruida por el temporal del año 1957 y reemplazada
por la actual que queda en la cabecera sur de la plaza.
LA RUTA
No creo en brujos Garay, pero de que los hay... reza el dicho. Mucho se
habla, sin conocer, de los brujos de Salamanca. Incluso un equipo de televisión
para un programa sensacionalista les pagó a lugareños por decir falsas
realidades de la magia negra.
Si bien es cierto que hay historias de brujería, la mayor parte son
deformaciones de lo que los españoles motejaron así en cuanto a los ritos de
los indígenas de la zona. Sin embargo, hay un lugar que es denominado por todos
como una cueva de brujos: la raja de Manquehua. En dicho lugar, distante a uno
35 kms., cuenta la leyenda que a la llegada de los españoles una parte de los
Picunches huyeron hacia el interior y que desde 1915 se vieron procesiones y
antorchas encendidas en su interior, provocando el temor de los pobladores.
Supuestamente la raja es una hendidura subterránea que recorre todo el
país y en su interior los brujos hacían sus encuentros o “aquelarres”. Nada es
comprobable por cierto, pero como en todo lugar de misticismo intrínseco, las
leyendas vuelan por sí solas.
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