TORRES DE SANTA MARIA, AÑO
1981
Un
coloso poco menos que inexpugnable a las llamas era en 1981 la Torre Santa
María, el edificio más alto y seguro del país, con 110 metros de altura, 30
pisos y cuatro subterráneos. Pero a las 10.15 de la mañana, del sábado 21 de
marzo de ese año, una simple chispa en el lado sur del piso 12 provocó un
violento incendio que costó la vida a 11 personas. Bastó que esa chispa entrara
en contacto con una planta libre impregnada de gas de neoprén, que en ese
momento se empleaba en pegar alfombras, para que una hoguera empezara a devorar
todo a su paso.
Los
sobrevivientes narraron que en dos minutos las llamas habían alcanzado todo el
piso, como si una bola de fuego envolviera el recinto. "Arrancamos una
puerta y la tiramos por una de las ventanas rompiendo los cristales. Gateamos
para evitar el humo espeso que llegaba hasta un metro del suelo", señaló
en 1981 el trabajador José Flores, uno de los sobrevivientes. "Por el
hueco del vidrio roto comenzamos a salir de a uno, colgándonos de las molduras.
Preferíamos arriesgarnos a morir cayendo desde esa altura, antes que calcinados
(por los 700 grados que alcanza un espacio cuando se desata un incendio). Así,
colgando, rompimos el vidrio del piso inferior y nos descolgamos. Después
bajamos por las escaleras", agregó Flores.
Desde
entonces hasta nuestros días, trabajadores y visitantes del edificio, han
asegurado oír extraños ruidos, ver sombras que recorren los pasillos y en casos
más extremos, aseguran ver bomberos en los ascensores. Un equipo de
investigación intentó esclarecer las versiones intentando realizar contactos
con lo paranormal, pero hasta el momento no han tenido éxito.
Aunque
han pasado 31 años de ese nefasto sábado 21 de marzo de 1981, aún la gente que
trabaja en Los Conquistadores 1700, Providencia, ven gente vestida con ropas
ochenteras caminando por sus pasillos. De hecho, la historia más espeluznante
es la de una periodista que trabajaba en el Piso 12. “Me subí al ascensor y
sentí olor a humo, por lo que decidí salir y mirar qué ocurría. Al darme
vuelta, veo entrar un bombero al ascensor con su casco y equipo manchado de
hollín, desapareciendo de mi vista”, contó la profesional.
Esta
es una de las leyendas urbanas que cuentan actuales empleados de este edificio,
quienes sienten durante su jornada laboral gritos, olores y sonidos extraños a
toda hora.
Fuentes: Gerardo Pagano, Guía de About.com
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