ARQUEÓLOGOS DE CAROLINA DEL NORTE DESCUBREN 16 FRAGMENTOS
DE PAPEL ESCONDIDOS DENTRO DE UNO DE LOS CAÑONES DE LA ‘QUEEN ANNE’S REVENGE’
Los piratas no eran (únicamente) unos seres despiadados a
los que les encantaba matar y robar. A algunos, al menos los que navegaban en
el Queen Anne’s Revenge, el barco que comandaba el mítico Barbanegra, les
gustaba leer. Y sus temas preferidos estaban muy vinculados a sus vidas: les
encantaban las historias sobre viajes marinos, según revelan 16 pequeños
fragmentos de papel que se han conservado de forma sorprendente desde el siglo
XVIII hasta nuestros días.
El hallazgo lo han realizado arqueólogos del departamento
de Recursos Naturales y Culturales de Carolina del Norte. Los textos estaban
guardados dentro de uno de los cañones del buque con el que Edward Teach (alias
Barbanegra) aterrorizó a los navíos que circulaban por las rutas marítimas de
suministro que iban y venían de las colonias americanas.
Edward Teach
(alias Barbanegra) aterrorizó a los navíos que iban y venían de las colonias
americanas
El Queen Anne’s Revenge se construyó en Gran Bretaña en
1710 y originalmente se llamaba Concorde. Los franceses robaron la nave para
utilizarla para el comercio de esclavos hasta que el capitán Benjamin
Hornigold, también pirata, se hizo con él en 1717. Hornigold instaló 20 cañones
y Barbanegra puso 20 más cuando se hizo con el comandamiento de la nave.
Solo un año después, en 1718, el buque insignia de Teach
se hundió cerca de Beaufort, en Carolina del Norte (EE.UU.), y la tripulación
pirata, con su capitán al frente, se trasladó a otro barco llamado Adventure.
La nave fue localizada en 1996. Durante la conservación de los artefactos
recuperados se descubrieron los 16 pequeños fragmentos de papel. El más grande
tenía apenas unos centímetros de largo.
Uno de los fragmentos descubiertos (Department of Natural
and Cultural Resources)
“El papel -explican los investigadores- es un material
extremadamente raro de encontrar en naufragios, especialmente en uno que
ocurrió hace 300 años, porque generalmente se desintegra muy rápidamente bajo
el agua”. En esta ocasión, no solo se conservó, si no que los arqueólogos han
podido determinar incluso de qué obra formaba parte.
El texto impreso, del que apenas se veían unas pocas
palabras, era de una primera edición de 1712 de un libro del marinero Edward
Cooke (no el famoso capitán Cook, que no nació hasta 1728), A Voyage to the
South Sea, and Round the World, que explica como en 1708 salieron del puerto de
Bristol dos naves decididas a explorar el Atlántico, el Pacífico y otros mares
del hemisferio sur.
El libro de Cooke era lo que en la época se conocías como
una “narrativa de viaje”, una obra que describía las aventuras marítimas de una
expedición comandada por el capitán Woodes Rogers, que también publicó un
informe de la expedición y quién acabó en 1718 en las Bahamas como gobernador
real con la misión de acabar con el dominio de los piratas en la zona.
Las narrativas de viajes fueron literatura muy popular a
finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, inspirando nuevos viajes tanto
reales como ficticios. Las obras de Cooke y Rogers describen, en uno de sus
pasajes más famosos. el rescate de Alexander Selkirk, un oficial escocés de la
Royal Navy que pasó cuatro años como náufrago en una isla.
La historia de Selkirk fue la inspiración que necesitaba
Daniel Defoe para escribir su conocida novela Robinson Crusoe en 1719 de Daniel
Defoe. ”Los libros con relatos de viajes habrían sido relativamente comunes en
barcos de principios del siglo XVIII, aunque la evidencia arqueológica es
extremadamente rara”, apuntan los investigadores.
Uno de los cañones del 'Queen Anne's Revenge'
DAVID RUIZ MARULL
La Vanguardia
Barcelona
España
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