UN DIENTE DE UN
ARZOBISPO, CLAVE PARA IDENTIFICAR AL ÚNICO GRAN MAESTRE TEMPLARIO HALLADO HASTA
AHORA
· Los restos del religioso Guillem de Torroja viajan ya a Harvard para determinar su parentesco con el cuerpo encontrado en una iglesia de Verona
Los amantes de la historia
medieval y los herederos de la orden templaria, que todavía sigue activa
especialmente en Italia, están pendientes estos días del supuesto hallazgo del
único gran maestre templario cuyo cuerpo habría llegado hasta nuestros días, si
se confirma su identidad.
Como por sorpresa, unas obras
de restauración en la iglesia de San Fermo de Maggiore de Verona dejaron al
descubierto un sarcófago de piedra en cuyo interior reposarían los restos
mortales del catalán Arnau de Torroja, el noveno gran maestre de la Orden del
Temple.
En un primer momento, las
pruebas históricas y arqueológicas ya apuntaron de que solo podía tratarse de
este caballero y monje del siglo XII, fallecido en Verona. Más tarde, los
resultados científicos contribuyeron a consolidar esta hipótesis.
El carbono 14 ha situado al
fallecido entre 1020 y 1220. Su material genético también ha resultado muy
cercano al de los catalanes actuales. Pero solo unas pruebas comparadas de ADN
con un familiar podrían corroborar su identidad, algo que será posible.
Dos hermanos ‘reencontrados’
gracias a dos dientes
El Capítulo de la Catedral de
Tarragona acaba de entregar, este mismo martes, al investigador Carles
Lalueza-Fox, del Institut de Biologia Evolutiva (IBE)- un centro mixto del CSIC
y la Universitat Pompeu Fabra- una muestra del hermano de Arnau de Torroja, el
arzobispo Guillem de Torroja, enterrado en una arca de mármol en una pared de
la capilla de Santa Bárbara.
“En la urna solo había restos
de una persona y estaban aparentemente bien conservados”, relata Lalueza-Fox.
Además, en el interior también figuraba “un escrito de la época que decía que
se trataba de Guillem de Torroja”, añade antes de reconocer la suerte que ha
habido y más teniendo en cuenta que las tropas napoleónicas se instalaron en la
catedral y la saquearon.
Tal y como se hizo con Arnau,
se ha extraído una muestra dental del hermano que servirá para conocer si
existe parentesco entre ambos, lo que confirmaría la identidad del gran
maestre. “Si ambos comparten el 50% del material genético, sería concluyente”,
explica el científico experto en ADN antiguo.
Ahora, las muestras del
arzobispo van camino a la Universidad de Harvard, donde el equipo del
investigador David Reich realizará el análisis genético, tal y como ya hizo con
las de Arnau de Torroja. Los resultados podrían estar en dos meses, aunque no
se descarta que se alarguen más tiempo.
Después, el equipo de
Lalueza-Fox se encargará de comparar el material genético y concluir la
identidad del hombre enterrado en Verona, del que se sabe de momento que medía
1’65 metros, murió en edad avanzada y tenía los ojos azules.
El único gran maestre
templario catalán
“El gran maestre actual del
Orden del Temple fue quien encontró el sepulcro”, relata la historiadora
Leticia Darna y autora, entre otros, de Armorial de los obispos de Barcelona.
“La iglesia de San Fermo de Maggiore es templaria y todavía se hacen rituales”,
detalla.
La experta en heráldica cuenta
que el sarcófago solo puede pertenecer a un líder del Temple, ya que figura
esculpida “una cruz especial de gran maestre con una espada al revés, típico de
las grandes jerarquías, y el cuerpo estaba cubierto por una tela que parecía
una bandera, además de otros rituales característicos”.
Además, se sabe que Arnau de
Torroja, nacido en Solsona en 1122, murió en Verona el 30 de setiembre de 1184,
cuando regresaba de Jerusalén tras intentar negociar con Saladino. “De camino a
Barcelona, se instaló en una casa del Temple en Verona, donde murió”, relata a
la vez que cuenta que los grandes maestres templarios solían fallecer en Tierra
Santa, de ahí que sus sepulcros no se hayan conservado, como es el caso de su antecesor,
Eudes de Saint-Amand, muerto cautivo en Damasco.
El caso de Arnau de Torroja
sería una excepción y un motivo más de culto para toda una tradición templaria
que sigue viva, todo un ejemplo de un hombre que vivió la época dorada del
Temple. “Era un noble, uno de los hijos pequeños de los señores del castillo de
Solsona, emparentados con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV”, explica la
historiadora.
Apertura del sarcófago, donde
se aprecia bien la cruz templaria (Giampiero Bagni)
Procedía, pues, de una familia
poderosa cuyos hijos ocuparon diferentes cargos relevantes. El primogénito se
convirtió en el conde Ramon I de Solsona, dos hijos acabaron siendo arzobispos,
el de Tarragona y otro de Zaragoza, y Arnau empezó siendo maestre de Aragón y
la Provenza antes de convertirse en 1180 el único gran maestre catalán que ha
tenido la Orden del Temple.
“Era un personaje
históricamente muy importante”, analiza Darna. Además de proteger a peregrinos
y batallar en Tierra Santa, Arnau de Torroja participó junto a Ramon Berenguer
IV en la reconquista de Lleida y Tortosa. “Fue un solsonés universal, se
entregó y luchó por la fe católica con el fin de hacer el bien por todo el
mundo”, concluye.
Fuente: La Vanguardia
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