A 58 AÑOS DEL MEGA-TERREMOTO QUE AZOTO CHILE
El terremoto más intenso
registrado hasta la fecha golpeó a Chile el 22 de mayo de 1960, ocurrió a las
15,11 minutos de la tarde y tuvo una magnitud de 9.5 grados en la escala
Richter y según datos registrados en crónicas de la época tuvo una duración de
casi 13 minutos.
Esta considerado el
terremoto de más alta intensidad del mundo, percibido en todo el cono sur de
América.
Murieron 1.655 personas, y
3.000 resultaron heridas, y 2.000.000 perdieron sus hogares. El tsunami que se
generó tras el seísmo provocó daños graves en Hawai, Japón, Nueva Zelanda,
Filipinas y Estados Unidos.
El tsunami en Chile que
acompaño a este gran terremoto trajo consigo olas de casi 30 metros que
arrasaron con todo lo encontrado a su
paso y penetro dos kilómetros en terrenos de la ciudad de Valdivia, quedando
esta ciudad en gran parte bajo el agua. Muchas
muertes de personas fueron causada al
recogerse el agua pues la población no alcanzó a huir a los cerros
cercanos, también hubo muertes por paros cardíacos, y bastantes desaparecidos pues la tierra tuvo grietas en el suelo de
metros en forma sorpresiva que luego se encogían.
Una situación tan dantesca
causa las reacciones más inverosímiles de los seres humanos. Desde personas
confesando sus pecados hincados en la calle a viva voz hasta situaciones
incomprensibles cuando vuelve la tensa calma, … calma… con sus colores extraños
en los cielos, explosiones atmosféricas, y una cantidad de seísmos menores que
acompañaron durante días esta trágica manifestación de la naturaleza.
Un dato que ha sido muy
poco divulgado de los acontecimientos del mega terremoto que comentamos es el
que respecta a la reacción de los indígenas de la zona.
La machi Juana Namuncura,
quien – tras la revelación de un sueño - anunció que para restablecer el
equilibrio de la Tierra había que sacrificar a un niño de seis años que no
contara con el cuidado de sus padres. Así se determinó el destino de José Painecur,
un muchacho criado por su abuelo porque su madre trabajaba de nana en la
capital y de su padre, poco o nada se sabía.
Sobre cómo se llevó a cabo
el sacrificio, las versiones varían, y hoy este episodio se difumina entre las
especulaciones y la realidad. En lo que todos coinciden - eso sí - es que los restos del muchacho nunca se
encontraron y que – ¿casualmente? – la última réplica del terremoto finalizó a
las 01:55 de la madrugada del 5 de junio, sólo seis horas después del inicio de
la ceremonia del sacrificio. Cuando la tierra se paró, en ese momento llegó el
silencio.
Una especie de pacto
implícito de la comunidad para olvidar, esconder o –simplemente– resguardarse
de los juicios.
El tabú se empezó a romper
un par de meses después, con el aterrizaje en la zona de dos antropólogos de la
Universidad de Chile que sospechaban que podría haberse practicado un
sacrificio humano en aquellas partes. Sus entrevistas e investigaciones
llegaron a las autoridades y dieron paso a varios allanamientos y a la detención
de la machi Juana Namuncura, el abuelo de José Painecur y otros tres hombres a
quienes acusaron de homicidio.
La historia del sacrificio
del niño fue duramente cuestionada tanto
por el Estado, que criminalizó los hechos, como por la sociedad chilena,
especialmente la prensa escrita de la época. Su juicio valórico y moral se
contrapuso a la cosmovisión y memoria ancestrales. Una tensión aún no resuelta
que llega hasta la actualidad. Al final los tribunales dictaminaron que los
involucrados en los hechos habían “actuado sin libre
voluntad, impulsados por una fuerza física irresistible, de usanza ancestral”,
y recurrieron al artículo 10, nº 9 del Código Penal chileno que establece que
“quedan exentos de responsabilidad penal el que obra violentado por una fuerza
irresistible o impulsado por un miedo insuperable”.
Esta acción desesperada de
parte del mundo indígena ante la furia de la naturaleza nunca ha sido bien
aclarada, y es muy poco comentado este suceso del sacrificio de un niño para
calmar a la Madre Tierra por parte de los mapuches y quedo este episodio
para la historia.
Por último el epicentro
del megaterremoto de 1960 se localizó en las cercanías de Lumaco,
provincia de Malleco, Región de la Araucanía, y desde aquel año Chile comenzó a
realizar una fuerte incrementación a una cultura sísmica que hoy en día se ve
reflejada en sus grandes edificios anti-sismos, arquitectos con materias a fines
enseñadas en las universidades, alertas
con alarmas urbanas y rutas de escapes señaladas en las ciudades y se
incrementa este tipo de enseñanza en todos los colegios del país.
Todo esto para enfrentarse
a los terremotos y fuertes sismos que azotan a Chile habitualmente. La
naturaleza es imprevisible no cabe duda… más en Chile.
Otros Mundos - España
Raúl Núñez
Emitido 25.05.2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario