Hace un siglo los pocos
restos que quedaban del Cid y su esposa fueron enterrados en la catedral de
Burgos. Desde su primera tumba en 1099 los huesos del batallador han sufrido
expolios y destierros pasando de mano en mano. Alguno todavía podría estar perdido
en cualquier parte.
Los restos del Cid se
enterraron en la catedral de Burgos en 1921, hace un siglo. Pero solo
permanecen los pocos huesos que quedaron tras el expolio al cual fueron
sometidas su sepultura y la de su esposa, doña Jimena, por los franceses
durante la guerra de la Independencia.
Cuando falleció el
batallador castellano, en 1099, su primera tumba la tuvo en la iglesia de San
Esteban en Valencia, donde pasó tres años hasta que doña Jimena abandonó la
ciudad y lo llevó consigo.
El monarca
Alfonso XII quedó conmocionado cuando el arqueólogo Francisco Tubino le desveló
que parte de los huesos del Campeador se encontraban en Alemania
Sus restos fueron
enterrados en el atrio del monasterio burgalés de San Pedro de Cardeña, donde
también recibió sepultura su esposa años después. Alfonso X el Sabio convenció
a la Iglesia para que la pareja fuera alojada en el interior del templo. A
mediados del siglo XV, el monasterio fue reformado y los restos del Cid y de su
mujer fueron depositados en la sacristía, donde estuvieron confinados casi un
siglo, hasta que fueron trasladados al ábside, donde permanecieron hasta 1736,
año en que se construyó una capilla para custodiarlos.
El Ejército napoleónico
en España en 1808 saqueó muchas iglesias y expolió obras de arte y tesoros del
patrimonio español; entre ellos, los del Cid y su esposa. Dos franceses fueron
los culpables del destierro que sufrieron esos restos: el conde de Salm-Dick y
el barón de Delammardelle, que se repartieron el botín.
Algunos huesos
están en el palacio checo de Lazne Kynzvart y otros están en manos de un
particular en Francia
El primero regaló esos
huesos al príncipe alemán Carlos Antonio de Hohenzollern. Gracias a la petición
del rey Alfonso XII y del Gobierno español, esos restos regresaron a España a
finales del siglo XIX. Poco se sabe sobre lo que ocurrió con los huesos que
expolió Salm-Dick. Algunos se encuentran en el palacio checo de Lazne Kynzvart
y otros, en manos de un particular en Brionnais, en la Borgoña francesa.
FAMA MUNDIAL
La figura del Cid era tan
conocida fuera de España que la noticia del regreso de sus huesos perdidos a
Burgos salió publicada en los principales diarios del mundo.
Fragmento del cráneo del Cid. Real Academia española. Fotógrafo: Pablo Linés
Una vez que las tropas napoleónicas se fueron de España, el sarcófago con los restos que quedaban del Cid fue devuelto al monasterio de Cardeña. Finalmente, en 1921, hace un siglo, se trasladaron al lugar que todavía los acoge: la catedral de Burgos.
Pero todavía hay un hueso
campeando a sus anchas fuera de la sepultura del Cid. Es un fragmento de su cráneo
que en 1968 pasó a custodiar la Real Academia Española de la Lengua, donde la
pieza aún sigue. El 13 de marzo de ese año, Ramón Menéndez Pidal recibió un
homenaje en su casa por su 99 cumpleaños. Al parecer, una comisión de
académicos decidió homenajearlo mostrándole esa reliquia.
ABC - POR JOSÉ SEGOVIA
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