LA LEYENDA DE
"LA PATITA":
UNA MACABRA PERO MILAGROSA ANIMITA EN IQUIQUE
En el patio
del Cementerio N° 3 de Iquique, situado al costado oriente de la ciudad y por
el lado Sur del recinto, se encuentra una de las animitas más extrañas y
siniestras de todo Chile, quizás la más macabra de todas: un pie cadavérico
humano, evidentemente de un niño y que es venerado con el nombre de "La
Patita". A su vez, se lo halla en un oscuro sector del camposanto que es
usado como botadero y foso para restos humanos de tumbas que han cumplido su
vida útil, de modo que uno camina por allí entre fémures, piernas completas,
trozos de cráneos, zapatos de muertos y otros "souvenirs" del mundo
de los difuntos, que se encuentran a ras de piso o parcialmente sepultos.
La historia de
"La Patita" es parte del folklore tarapaqueño, desde hace muchos
años, y ésta no es la primera animita de tales características que ha atraído
al culto de la fe popular en la región. De hecho, han existido varias
"Patitas" a lo largo de la historia del Norte Grande, unidas por una
leyenda más o menos común y que unifica el mito sobre su origen: un muerto cuyo
pie se negaba a permanecer en el reposo de la cripta.
La historia de
"La Patita" en Iquique está relacionada con una primera animita de
estas características que se veneraba en el desaparecido Cementerio N°2,
ubicado en la proximidad de los establecimientos de la Zona Franca hacia la
falda del cerro y destinado más bien a sepulturas modestas, pero que fuera
convertido en la Población Jorge Inostroza tras una masiva toma de terrenos que
lo hizo esfumarse de los mapas.
Se contaba que
esta sepultura pertenecía a un hombre que fue encontrado ahogado en la playa,
algo sucedido en 1895 según leo en un artículo de Patricio Iglesias para el
diario "La Estrella" de Iquique. Cuando fue enterrado, al día
siguiente salió fuera de la sepultura uno de sus pies, asombrando a los encargados
del cementerio y obligándoles a volver a meterlo bajo tierra y dentro del
cajón. Pero el pie volvió a salirse tras todos los intentos, despertando la
curiosidad de la gente y luego el fervor popular de la sociedad iquiqueña, que
comenzó a atribuirle la generosidad de conceder favores, naciendo así el culto.
Por milagrosa
que haya sido esta "Patita", sin embargo, la gran toma y
desmantelamiento del camposanto sucedida hacia los años cincuenta y luego la
transformación definitiva de los terrenos en poblaciones, durante la década
siguiente, hizo desaparecer las sepulturas y mausoleos del hoy fantasmal
Cementerio N°2 de Iquique. Veremos que parte de los restos fueron trasladados
al patio del Cementerio N°3, lo que puede representar el punto de contacto entre
el mito de ambas animitas con el mismo nombre. Sin embargo, según informes del
año 1997 elaborados por la arqueóloga Cora Moragas, la animita de "La
Patita" no fue desmantelada con la desaparición del Cementerio N°2, sino
conservada, información que desgraciadamente, no pude verificar por los
testimonios de iquiqueños consultados en este sector de la ciudad.
El sociólogo
Bernardo Guerrero, que ha investigado en profundidad el culto animístico de la
Región de Tarapacá, dice en un artículo suyo también publicado en "La
Estrella" que "La Patita" llegó a ser una animita tan popular en
Iquique, que incluso existía allá el dicho "más cobrador que la
Patita", para señalar a gente muy insistente en el cobro de deudas. No he
podido constatar que esta expresión siga tan vigente en la sociedad iquiqueña,
pero sí la idea de que la actual animita de "La Patita" del
Cementerio N°3 sigue siendo igual de cobradora que la primera del N°2.
Vista del pie, "La Patita", con un hueso humano al lado (quizás de la misma extremidad).
Sin embargo,
el mismo Guerrero agrega también que varias "Patitas" han existido en
el Norte Grande, como una situada cerca de la localidad de Poconchile, en la
Provincia de Arica, y otra que se hallaba en un cementerio tarapaqueño entre
las oficinas salitreras Iris y La Granja, que era recordada por Josefina Yugo
Crist, ex profesora de la Escuela de los Padres Oblatos. Según relata esta
testigo al investigador, "La Patita" de aquel camposanto pertenecía a
un niño que había faltado el respeto a su madre agrediéndola con un puntapié,
por lo que ésta maldijo la actitud de su hijo. Y cuando éste murió
inesperadamente, los sepultureros no podían dejarle el pie "maldito"
dentro del cajón: en cada intento se salía, a tal punto de que debieron adaptar
el ataúd haciéndole una especie de huevo hacia un costado, para dejar la pierna
del muerto entera adentro del mismo. Pero, al parecer, volvió a salirse igual
cuando ya estaba sepultado, generando un gran fervor popular y peregrinaciones
todavía hacia los años sesenta.
Existen muchos
relatos adicionales de tumbas extrañas, como catafalcos por los que se asoman
pies o sepulturas de las que sale afuera otra "Patita", pero el mito
general de esta animita se restauró en el Cementerio N°3 con la que actualmente
lleva este nombre en Iquique.
Sucedió que,
hacia los años ochenta, en el señalado terreno del tercer camposanto iquiqueño
que ahora sirve de huesera, apareció un pie momificado en el lugar donde
supuestamente estaba la tumba de un infante, cubierto por una modesta cripta de
albañilería situada contra unos murallones a espaldas de los nichos. Como se
sabe, este patio fue también el lugar de reducción de muchos de los cuerpos que
fueron retirados del desaparecido Cementerio N°2, siendo tapados con tierra
para su descanso que, se suponía, debía ser eterno. Considerando este traslado
y el dato de que la primera "Patita" no habría sido destruida, sino
conservada, ¿habrá acaso, algún grado de confusión en el nacimiento del culto a
este pie infantil, respecto de que alguna probable creencia inicial de que la
animita con pie y todo también habría sido trasladada hasta este cementerio?
Como ya no
había lápida ni inscripciones visibles en donde asomaba el pie, no se sabía el
nombre del fallecido, tampoco si era niño o niña, aunque muchos dan por hecho
que debía ser éste último el caso, quizás por la influencia del nombre de la
animita (recordar que Patita se oye como el diminutivo de Patty). Fue tal el
asombro que causó ese pie seco saliendo por el costado y mostrando sus deditos
huesudos cubiertos medianamente con un calcetín, que la leyenda y tradición de
"La Patita" volvió a encontrar en él un lugar de acogida y veneración
hasta nuestros días. Como en los casos anteriores, la tradición asegura que se
trató de poner el pie bajo tierra y, en todas las ocasiones, volvió a asomarse
afuera, despertando así el interés y las creencias de sus poderes.
Con el tiempo,
desapareció la cubierta de concreto; la animita apenas se puede distinguir
entre otros restos humanos que están dispersos por ese patio, sobre la tierra
yerma y reseca, aunque manteniéndose el pie allí casi intacto. Un grupo de
piedras y flores de plástico la han señalado por años, facilitando encontrarla.
Empero, hubo un tiempo en que, como se trata de un patio residual de restos
humanos, apareció una pequeña mano a sólo unos metros más adelante de "La
Patita": coincidentemente, era una mano de niño, por lo que hasta no hace
mucho era también considerada una animita, bautizada como "La
Manito". Sin embargo, en mi última visita a esta necrópolis pude constatar
que ya están prácticamente perdidos los rastros de esta segunda animita, mucho
más expuesta a la intemperie que "La Patita".
Algunos
devotos pintaron algunas indicaciones señalando el lugar donde está la frágil
animita, donde aún llegan colocando flores o velas, venciendo los escrúpulos y
movidos únicamente por la fe, especialmente mujeres mayores, según se comenta
entre los trabajadores del cementerio. No tiene placas de agradecimiento como
otras animitas más tradicionales, pero sí inscripciones sobre el muro lateral
en que se apoya, dando testimonio de la atracción que aún produce esta extraña
y sombría animita, probablemente de las más tenebrosas que podemos encontrar en
todo el país.
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