sábado, 9 de noviembre de 2013

ANIMITAS CHILENAS - DEVOCION POPULAR

LA LEYENDA DE "LA PATITA": 

UNA MACABRA PERO MILAGROSA ANIMITA EN IQUIQUE

En el patio del Cementerio N° 3 de Iquique, situado al costado oriente de la ciudad y por el lado Sur del recinto, se encuentra una de las animitas más extrañas y siniestras de todo Chile, quizás la más macabra de todas: un pie cadavérico humano, evidentemente de un niño y que es venerado con el nombre de "La Patita". A su vez, se lo halla en un oscuro sector del camposanto que es usado como botadero y foso para restos humanos de tumbas que han cumplido su vida útil, de modo que uno camina por allí entre fémures, piernas completas, trozos de cráneos, zapatos de muertos y otros "souvenirs" del mundo de los difuntos, que se encuentran a ras de piso o parcialmente sepultos.

La historia de "La Patita" es parte del folklore tarapaqueño, desde hace muchos años, y ésta no es la primera animita de tales características que ha atraído al culto de la fe popular en la región. De hecho, han existido varias "Patitas" a lo largo de la historia del Norte Grande, unidas por una leyenda más o menos común y que unifica el mito sobre su origen: un muerto cuyo pie se negaba a permanecer en el reposo de la cripta.

La historia de "La Patita" en Iquique está relacionada con una primera animita de estas características que se veneraba en el desaparecido Cementerio N°2, ubicado en la proximidad de los establecimientos de la Zona Franca hacia la falda del cerro y destinado más bien a sepulturas modestas, pero que fuera convertido en la Población Jorge Inostroza tras una masiva toma de terrenos que lo hizo esfumarse de los mapas.

Se contaba que esta sepultura pertenecía a un hombre que fue encontrado ahogado en la playa, algo sucedido en 1895 según leo en un artículo de Patricio Iglesias para el diario "La Estrella" de Iquique. Cuando fue enterrado, al día siguiente salió fuera de la sepultura uno de sus pies, asombrando a los encargados del cementerio y obligándoles a volver a meterlo bajo tierra y dentro del cajón. Pero el pie volvió a salirse tras todos los intentos, despertando la curiosidad de la gente y luego el fervor popular de la sociedad iquiqueña, que comenzó a atribuirle la generosidad de conceder favores, naciendo así el culto.

Por milagrosa que haya sido esta "Patita", sin embargo, la gran toma y desmantelamiento del camposanto sucedida hacia los años cincuenta y luego la transformación definitiva de los terrenos en poblaciones, durante la década siguiente, hizo desaparecer las sepulturas y mausoleos del hoy fantasmal Cementerio N°2 de Iquique. Veremos que parte de los restos fueron trasladados al patio del Cementerio N°3, lo que puede representar el punto de contacto entre el mito de ambas animitas con el mismo nombre. Sin embargo, según informes del año 1997 elaborados por la arqueóloga Cora Moragas, la animita de "La Patita" no fue desmantelada con la desaparición del Cementerio N°2, sino conservada, información que desgraciadamente, no pude verificar por los testimonios de iquiqueños consultados en este sector de la ciudad.

El sociólogo Bernardo Guerrero, que ha investigado en profundidad el culto animístico de la Región de Tarapacá, dice en un artículo suyo también publicado en "La Estrella" que "La Patita" llegó a ser una animita tan popular en Iquique, que incluso existía allá el dicho "más cobrador que la Patita", para señalar a gente muy insistente en el cobro de deudas. No he podido constatar que esta expresión siga tan vigente en la sociedad iquiqueña, pero sí la idea de que la actual animita de "La Patita" del Cementerio N°3 sigue siendo igual de cobradora que la primera del N°2.


Vista del pie, "La Patita", con un hueso humano al lado (quizás de la misma extremidad).

Sin embargo, el mismo Guerrero agrega también que varias "Patitas" han existido en el Norte Grande, como una situada cerca de la localidad de Poconchile, en la Provincia de Arica, y otra que se hallaba en un cementerio tarapaqueño entre las oficinas salitreras Iris y La Granja, que era recordada por Josefina Yugo Crist, ex profesora de la Escuela de los Padres Oblatos. Según relata esta testigo al investigador, "La Patita" de aquel camposanto pertenecía a un niño que había faltado el respeto a su madre agrediéndola con un puntapié, por lo que ésta maldijo la actitud de su hijo. Y cuando éste murió inesperadamente, los sepultureros no podían dejarle el pie "maldito" dentro del cajón: en cada intento se salía, a tal punto de que debieron adaptar el ataúd haciéndole una especie de huevo hacia un costado, para dejar la pierna del muerto entera adentro del mismo. Pero, al parecer, volvió a salirse igual cuando ya estaba sepultado, generando un gran fervor popular y peregrinaciones todavía hacia los años sesenta.

Existen muchos relatos adicionales de tumbas extrañas, como catafalcos por los que se asoman pies o sepulturas de las que sale afuera otra "Patita", pero el mito general de esta animita se restauró en el Cementerio N°3 con la que actualmente lleva este nombre en Iquique.

Sucedió que, hacia los años ochenta, en el señalado terreno del tercer camposanto iquiqueño que ahora sirve de huesera, apareció un pie momificado en el lugar donde supuestamente estaba la tumba de un infante, cubierto por una modesta cripta de albañilería situada contra unos murallones a espaldas de los nichos. Como se sabe, este patio fue también el lugar de reducción de muchos de los cuerpos que fueron retirados del desaparecido Cementerio N°2, siendo tapados con tierra para su descanso que, se suponía, debía ser eterno. Considerando este traslado y el dato de que la primera "Patita" no habría sido destruida, sino conservada, ¿habrá acaso, algún grado de confusión en el nacimiento del culto a este pie infantil, respecto de que alguna probable creencia inicial de que la animita con pie y todo también habría sido trasladada hasta este cementerio?

Como ya no había lápida ni inscripciones visibles en donde asomaba el pie, no se sabía el nombre del fallecido, tampoco si era niño o niña, aunque muchos dan por hecho que debía ser éste último el caso, quizás por la influencia del nombre de la animita (recordar que Patita se oye como el diminutivo de Patty). Fue tal el asombro que causó ese pie seco saliendo por el costado y mostrando sus deditos huesudos cubiertos medianamente con un calcetín, que la leyenda y tradición de "La Patita" volvió a encontrar en él un lugar de acogida y veneración hasta nuestros días. Como en los casos anteriores, la tradición asegura que se trató de poner el pie bajo tierra y, en todas las ocasiones, volvió a asomarse afuera, despertando así el interés y las creencias de sus poderes.

Con el tiempo, desapareció la cubierta de concreto; la animita apenas se puede distinguir entre otros restos humanos que están dispersos por ese patio, sobre la tierra yerma y reseca, aunque manteniéndose el pie allí casi intacto. Un grupo de piedras y flores de plástico la han señalado por años, facilitando encontrarla. Empero, hubo un tiempo en que, como se trata de un patio residual de restos humanos, apareció una pequeña mano a sólo unos metros más adelante de "La Patita": coincidentemente, era una mano de niño, por lo que hasta no hace mucho era también considerada una animita, bautizada como "La Manito". Sin embargo, en mi última visita a esta necrópolis pude constatar que ya están prácticamente perdidos los rastros de esta segunda animita, mucho más expuesta a la intemperie que "La Patita".


Algunos devotos pintaron algunas indicaciones señalando el lugar donde está la frágil animita, donde aún llegan colocando flores o velas, venciendo los escrúpulos y movidos únicamente por la fe, especialmente mujeres mayores, según se comenta entre los trabajadores del cementerio. No tiene placas de agradecimiento como otras animitas más tradicionales, pero sí inscripciones sobre el muro lateral en que se apoya, dando testimonio de la atracción que aún produce esta extraña y sombría animita, probablemente de las más tenebrosas que podemos encontrar en todo el país.

Fuente con más fotos y detalles de consulta: 

No hay comentarios:

Publicar un comentario