LAS RAÍCES OCULTAS DE LA MEDICINA, EN UN ANTIGUO MANUSCRITO
Hallada la copia más antigua conocida
del tratado de Galeno 'De los preparados y los poderes de los remedios simples'
La primera vez que Grigory Kessel
sostuvo el antiguo manuscrito, con sus páginas de pergamino de más de 1.000
años, le resultó curiosamente familiar.
Kessel, un especialista en siríaco de la
Universidad Philipps de Marburgo, en Alemania, estaba sentado en la biblioteca
del propietario del códice, un acaudalado coleccionista de material científico
singular de Baltimore. En ese instante cayó en la cuenta de que hacía tan solo
tres semanas, en una biblioteca de la Universidad de Harvard, había visto una
página huérfana demasiado parecida a las del libro como para ser una
coincidencia.
El manuscrito que tenía entre sus manos
contenía una traducción de un antiguo e influyente texto médico de Galeno de
Pérgamo, un médico y filósofo grecorromano que murió en 200 d.C. Le faltaban
páginas, y, de repente, Kessel estuvo seguro de que una de ellas se encontraba
en Boston.
El hallazgo de Kessel, en febrero de
2013, supuso el inicio de una persecución de las restantes páginas por todo el
planeta, búsqueda que culminó en mayo con la digitalización de la última de
ellas, redescubierta en París.
El documento podría aportar nuevas
perspectivas sobre las raíces de la medicina y la difusión de esa ciencia
desconocida por el mundo antiguo
Los estudiosos apenas han empezado a
leer detenidamente el texto, la copia más antigua conocida del tratado de
Galeno De los preparados y los poderes de los remedios simples, un documento
que podría aportar nuevas perspectivas sobre las raíces de la medicina y la
difusión de esa ciencia desconocida por el mundo antiguo. “Es importante en
muchos sentidos”, señala Peter Promann, especialista en greco-árabe de la
Universidad de Manchester que actualmente dirige un estudio del texto.
El manuscrito que Kessel sostuvo aquel
día era un palimpsesto: un texto antiguo cubierto por otro más reciente. Hace
siglos esta era una práctica común, una forma medieval de reciclaje. En este
caso, los escribas sirios del siglo XI habían raspado el texto médico de Galeno
y habían escrito himnos religiosos sobre el pergamino.
El libro de himnos es interesante en sí,
pero por ahora es el texto original, prácticamente inapreciable a simple vista
y conocido como texto subyacente, el que ha cautivado la imaginación de los
estudiosos.
Durante siglos, los Remedios simples de
Galeno fueron de lectura obligada para los aspirantes a médicos, la suma del
conocimiento antiguo sobre medicina, cuidados de los enfermos y plantas
medicinales. Su autor describió una raíz que cura “la aspereza de la garganta”
y recomendó la marihuana como un remedio para el dolor de oídos “que no produce
flatulencia” (aunque “seca el esperma”).
Gran parte del tratado acabó
traduciéndose al siriaco, una variante del arameo empleada por las comunidades
cristianas de Oriente Próximo. El texto subyacente del manuscrito de Baltimore,
probablemente del siglo IX d.C., es una copia de la traducción siriaca,
completada a su vez concienzudamente en el siglo VI d.C. por Sergio de
Reshaina, un médico y sacerdote sirio.
“Hoy día, traducir de una lengua a otra
no parece nada especial, pero en aquella época era un gran logro”, destaca
Kessel. “Había que crear el vocabulario, descubrir palabras siríacas que
correspondieran al léxico médico griego”.
Hacia el siglo VI, los cristianos de
lengua siríaca se estaban extendiendo al este de Turquía por Siria, Irak e Irán
y necesitaban traducciones de las obras científicas griegas, en parte para que
sirviesen de apoyo a labores misioneras como mantener en funcionamiento los
hospitales.
Los Remedios simples era una obra
extensa, un tratado en 11 volúmenes. Las traducciones que hizo Sergio del texto
de Galeno se copiaron y se volvieron a copiar durante siglos, y acabaron por
convertirse en un vehículo que sirvió para trasladar la sabiduría médica de los
antiguos griegos a las sociedades islámicas. Los textos siríacos eran mucho más
fáciles de traducir al árabe que los griegos.
A medida que la influencia musulmana
creció en Oriente Próximo, la población cristiana disminuyó, y con ella el
siríaco. “Las grandes culturas cristianas que lo usaban padecieron mucho”,
afirma Columba Stewart, director del Museo y Biblioteca de Manuscritos Hill, de
Collegeville, en Minnesota. “Cuando apareció la investigación moderna, estas
antiguas culturas siríacas eran tan solo un vestigio de sus antecesoras, y a
menudo estaban aisladas de la cultura occidental, de manera que no conocen
mucho”.
UNA LECTURA REVELADORA
Se sabe poco de la historia del
manuscrito de Baltimore, conocido oficialmente como Palimpsesto Siríaco de
Galeno, desde su reutilización en el siglo XI hasta la década de 1920, cuando
fue vendido a un coleccionista particular en Alemania. Posteriormente, el
documento se volvió a perder de vista hasta 2002. Entonces un coleccionista lo
adquirió en una venta privada. El comprador no ha sido identificado
públicamente.
En 2009, el Palimpsesto de Galeno se
cedió en préstamo al Museo Walters de Arte para que un grupo de especialistas
independiente tomase imágenes espectrales de sus páginas, para revelar el texto
subyacente de Galeno que había sido borrado. Cada página se fotografía a
altísima resolución con colores y configuraciones de luz variables que iluminan
las tintas, los surcos de la escritura y el propio pergamino de diversas
maneras. Los algoritmos informáticos aprovechan estas variaciones para obtener
la máxima visibilidad del texto subyacente.
Las imágenes resultantes se colgaron en
Internet con una licencia de uso compartido creativo (creative commons), lo que
significa que cualquiera puede utilizar libremente el material para fines no
comerciales. Cuando las imágenes estuvieron en la Red, William Noel,
conservador de manuscritos y libros raros del museo, empezó a organizar a los
miembros de la diminuta comunidad académica dedicada el estudio de los textos
científicos en siríaco para que investigasen el nuevo material.
Uno de ellos era Kessel, que se
encontraba en Washington con una beca para la Biblioteca de Investigación
Dumbarton Oaks de Harvard. Mike Toth, el ingeniero de sistemas que dirigió el
trabajo de toma de imágenes, consiguió organizarlo todo para que pudiese ver el
palimpsesto por sí mismo.
“Ni siquiera podía imaginarme qué
aspecto tendría”, recuerda Kessel. “Cuando vi el manuscrito tuve esa sensación
de déjà vu, de que ya lo había visto. Y entonces recordé la página suelta de la
biblioteca de Harvard”.
LLENAR LAS LAGUNAS
Mediante el análisis del tamaño de las
páginas, la escritura y otras características, así como del texto visible,
Kessel pudo determinar que la página de Harvard, efectivamente, llenaba una de
las lagunas del Palimpsesto de Galeno. Pero, al parecer, faltaban otras seis.
El investigador se propuso encontrarlas.
Empezó por una lista de 10 bibliotecas
en las que se sabía que había documentos siríacos y peinó los catálogos
disponibles en Internet para buscar pistas como las dimensiones correctas o
vagas referencias al texto subyacente. En ocasiones se desplazó él mismo a las
bibliotecas. Las buenas nuevas no tardaron en llegar. Kessel encontró una de
las páginas que faltaban en un catálogo del Sagrado e Imperial Monasterio del
Monte Sinaí trillado por Dios, más conocido como Monasterio de Santa Catalina
en el desierto de Sinaí, en Egipto, que tiene la biblioteca en funcionamiento
ininterrumpido más antigua del mundo.
Otra página apareció en la Biblioteca
Nacional de Francia en París. Y en la enorme biblioteca del Vaticano, en Roma,
logró identificar las otras tres, con lo que el total sumaba seis. Se cree que
la séptima página estaba en blanco y probablemente fue desechada.
UN VÍNCULO FASCINANTE
Nadie sabía qué parte del tratado
Remedios Simples estaba escondida en el palimpsesto. Aparte de esta, la única
copia conocida se encuentra en la Biblioteca Británica en Londres e incluye
únicamente los libros 6 a 8. Las traducciones de estos volúmenes finales de la
serie son las más frecuentes, porque contienen más información específicamente
médica, así como detalles acerca de las propiedades de las plantas.
Pero a medida que sus estudios
preliminares avanzaban, Kessel y sus compañeros detectaron algunas palabras de
los libros 2 y 4 en una de las páginas sueltas. Los especialistas conocen el
texto completo del tratado, pero solo a través de traducciones más recientes a
otras lenguas diferentes del siríaco. “Fue algo absolutamente inesperado”,
declaraba.
Siam Bhayro, especialista en estudios
paleojudaicos de la Universidad de Exeter, en Inglaterra, pensaba que Sergio
tenía que haber traducido los primeros libros, pero hasta entonces no había
pruebas. Cuando oyó que Kessel podría haber encontrado páginas de las
traducciones tempranas “estuvo a punto de ponerse a bailar”, confiesa.
Otro de los fascinantes descubrimientos
de Kessel fue una nota en árabe en la primera página que indicaba que el
manuscrito –por entonces un libro de himnos que ocultaba el texto de Galeno–
había sido donado a los hermanos del monasterio del Sinaí, en referencia a
Santa Catalina. Cómo salió del monasterio es algo que no está claro. Sobre todo
a principios del siglo XX, algunos ejemplares de la biblioteca se tomaron
legítimamente en préstamo, mientras que otros los robaron visitantes que
esperaban venderlos en privado.
Actualmente, el equipo independiente de
toma de imágenes está acabando el trabajo necesario para añadir las páginas
redescubiertas a la colección digital. Pero traducir y estudiar el texto
siríaco revelado por las imágenes llevará mucho más tiempo, tal vez cinco años
como mínimo. La tarea está en curso en estos momentos gracias a una reciente
subvención de 1,5 millones de dólares del Consejo de Investigación de Artes y
Humanidades de Reino Unido.
Los especialistas están ansiosos por
comparar el material en siríaco con las copias existentes del tratado escritas
en griego, toda ellas aparentemente varios siglos anteriores al Palimpsesto de
Galeno y mucho menos fieles al original. A medida que los textos pasaban por
diferentes sesiones de copia, iban experimentando cambios significativos. Un
copista podía suprimir partes que no le pareciesen importantes o añadir otras
basándose en nuevos conocimientos.
Comparar el Palimpsesto de Galeno y la
copia en siríaco de la Biblioteca Británica podría ofrecer una visión
reveladora de la forma de tratar a los enfermos de los antiguos griegos y de cómo
estos remedios se difundieron por Oriente Próximo.
El texto recomendó la marihuana como un
remedio para el dolor de oídos “que no produce flatulencia” (aunque “seca el
esperma”)
A pesar de los avances que hizo
posibles, “según nuestro criterio, no todo es completamente científico”,
puntualiza Petit. De hecho, muy pocos consejos de Galeno resistirían el
escrutinio moderno. Igual que otros médicos de la Antigüedad, creía que la
salud dependía del equilibrio de los cuatro “humores” del cuerpo, y recomendaba
determinadas piedras por sus poderes purificadores.
“El sistema de Galeno es un completo
disparate”, remacha Bhayro. Aun así, era la mejor teoría disponible en una
época en la que la idea en sí de la ciencia médica era relativamente nueva.
“Cuando esté descifrado totalmente es probable que se convierta en un texto
capital”, pronostica Pormann, de la Universidad de Manchester. “Tal vez
descubramos cosas que ahora no podemos ni soñar”.
Traducción de News Clips
Fuente: El País de España
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