EN PEÑALOLEN
A más de 1.000 metros de altura, en los
confines de la capital chilena, la religión bahaí, nacida hace más de 150 años
en Irán, inauguró este jueves su espectacular templo para Sudamérica, destinado
a convertirse en ícono de arquitectura.
Con un costo de 30 millones de dólares y
tras 14 años de construcción, la Casa de Adoración Bahaí de Sudamérica se alza
como una especie de capullo blanco de unos 30 metros de altura en plena
precordillera de Los Andes, desde donde mira a toda la ciudad de Santiago.
Conformado por nueve especies de pétalos,
construidos con vidrio forjado, mármol y bronce, el templo marca la conclusión
de la octava y última de las casas de adoración continentales de esta religión,
construidas en Ciudad de Panamá, Sídney (Australia), Apia (Samoa), Kampala
(Uganda), Wilmette (Estados Unidos), Nueva Delhi (India) y Fráncfort
(Alemania). Todas resaltan como íconos de la arquitectura.
"Lo que se busca es ofrecer a la
sociedad un espacio físico que se conecte con las almas de las personas y de
ahí conectarse con su creador (...) Son abiertos y pueden venir personas de
cualquier religión, incluso ateos", dice a la AFP Daniela Zárate, de la
oficina de asuntos externos de la comunidad bahaí en Chile.
"Los templos bahaí son un símbolo de
unidad de todas las religiones y personas y tienen algunas características
esenciales: tienen nueve puertas, cada una de ellas simboliza las religiones
más importantes del mundo" que tienen cabida en esta fe, explica por su
parte Enrique Sánchez, representante de la comunidad bahaí peruana.
Con seis millones de fieles en todo el
mundo, el bahaísmo es una religión en ascenso en América Latina, donde tiene
presencia desde hace más de un siglo. Colombia y Brasil son los países con
mayores comunidades en la región.
En Chile, son 6.000 las personas que
adhieren a esta religión que nació en Irán en 1844.
Los bahaís creen que Dios ha enviado
distintos mensajeros a lo largo de la historia de la humanidad, algunos como
Jesús, Buda, Krishna o Moisés. El último de ellos, Bahá'u'lláh, creador de esta
religión que promueve la unidad de la humanidad y que hoy está presente en más
de 100.000 localidades de todo el mundo.
La fe bahaí promueve la unidad en la
diversidad, por lo que, según sus portavoces, ha tenido una especial
penetración en las comunidades indígenas latinoamericanas.
"Creo firmemente que la fe bahaí ha
sido una luz para todos nosotros los indígenas; una luz de esperanza para
entender lo valioso que tenemos dentro de nuestros pueblos", comentó a la
AFP Cecilia Curihuinca, una indígena mapuche chilena presente en la ceremonia
de inauguración.
El templo, con capacidad para 600 personas,
tuvo un costo de 30 millones de dólares, financiados con aportes
"voluntarios y secretos" de bahaís de todo el mundo, según señalaron
en la organización.
Su construcción, en la comuna de Peñalolén,
se anunció en 2001. El edificio cuenta con aisladores sísmicos y está sobre un
terreno de 11 hectáreas. Fuente:
lainformación.com
Expertos chilenos opinan:
En Chile, el único que ha estudiado esta
religión es el historiador Juan Guillermo Prado, quien el 2001 publicó el libro
Historia de la Fe Bahá’í en Chile y que nos entrega alguna luces.
“Se trata de
una religión relativamente nueva, que tiene unos 150 años, pero se ha extendido
muy rápido por el mundo y eso se debe a que son muy abiertos, nada de
sectarios, invitan a sus reuniones a quienes quieran ir y, aunque tienen una
ética bastante estricta, tienen un concepto de igualdad muy transversal, en que
no hace diferencia entre razas ni géneros. Mujeres y hombres son iguales para
ellos. En el censo del 2012 aparecieron mencionados por primera vez, e incluso
existe un proyecto de ley en el Congreso para que reconozcan sus días
feriados”, explica.
Por otra parte, la construcción del singular edificio tuvo controversia pues se mencionó en su oportunidad que eran terrenos privados o poco definidos en sus origenes donde se construyó el templo.
La controversia es más cuando para algunas personas es una secta y para otros una religión, de origen a mediados del siglo XIX en Irán. Lógico que para los musulmanes tradicionales, en un país teocrático y rígido en permitir otras creencias en sus habitantes es una especie de "espinilla" en sus creencias.
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