REGISTRO HISTÓRICO
Entre 1918 y 1924 el
explorador y etnólogo estudió y fotografió a los pueblos selknam, yagán y
kawésqar: documentos únicos que se exhiben desde el martes en el Museo de
Bellas Artes a través de 150 imágenes traídas desde Alemania y nunca antes exhibidas
en Chile.
Era mayo de 1923 y el
alemán Martín Gusinde cumplía uno de sus deseos más anhelados tras cinco años
yendo y viniendo a Tierra del Fuego. Había sido aceptado para presenciar el
Hain, ritual selknam en el que se iniciaba a los adolescentes para su etapa
adulta, luego de un periodo de prueba donde eran admitidos en el mundo de los
hombres.
No había sido fácil. El
sacerdote y explorador viajó cuatro veces al territorio chileno, trabó amistad
y de a poco fue construyendo un vínculo de confianza que le permitió
familiarizarse con ese pueblo, documentarlo y fotografiarlo como ningún otro
antropólogo pudo hacerlo más tarde. Así, retrató la choza ubicada a medio
kilómetro del campamento donde se hacía el rito, para protegerse de las miradas
curiosas de las mujeres, a los jóvenes desnudos con sus cuerpos pintados, y a
mismos los espíritus Xalpen, Tanu y Shoort que asustaban a los novicios, pero
que en verdad eran hombres disfrazados. El rito, que era considerado un
verdadero colegio por los selknam, duró por insistencia de Gusinde 50 días.
No fue la única ceremonia
a la que asistió el sacerdote. Durante su travesía y debido a su fascinación
por estas etnias, Gusinde estableció amistad también con yaganes en Puerto
Remolino, donde habitaba el ex-misionero anglicano John Lawrence, y fotografió,
también en 1923, su ceremonia Loima-Yekamush, destinada a la formación de los
médicos-hechiceros. Menos tiempo dedicó a los kawésqar, los nómades marinos
agrupados en Puerto Edén, pero sí logró hacer varios retratos.
Desde el jueves, 150 de
estas imágenes, tomadas por Gusinde entre 1918 y 1924 y nunca antes exhibidas
en Chile, se presentan en el Museo de Bellas Artes en la muestra Los espíritus
de la Patagonia Austral. Se trata de parte del archivo, compuesto por casi
1.200 negativos de nitrato y placas de vidrio, que conserva el Antropos
Institut en Alemania, y que ahora son traídos bajo la curatoría del editor e
historiador del arte español Xavier Barral y la conservadora del Museo Quai
Branly en París, Christine Barthes, gracias a la gestión de los chilenos
Verónica Besnier y Luis Weinstein.
“Es un documento increíble
y que nos concierne a todos los chilenos, por eso en 2014 decidí embarcarme en
este proyecto que me ofreció Xavier Barral, cuando aún estaba trabajando en la
exposición de Sergio Larraín”, Verónica Besnier. “Siento que exhibir a estos
dos autores en Chile significa saldar una deuda con nuestra propia historia.
Xavier seleccionó las imágenes, pagó sus derechos y se encargó de hacer
ampliaciones con calidad de museo, que son un joya para cualquier visitante”,
agrega Besnier, quien acaba de inaugurar la muestra de Sebastiao Salgado en el
Centro Cultural Las Condes. La gestora planea la itinerancia de la
retrospectiva del sacerdote alemán que tendría su primera parada en el Museo
Martín Gusinde de Puerto Williams, donde también se mantiene un archivo de
fotos de menor dimensión.
Presentada el año pasado
en el Festival de Arles, en Francia, la muestra de Gusinde aterriza ahora en la
Sala Matta, de la pinacoteca nacional, y lo hace con un recorrido que parte por
el pueblo selknam, sigue con los yaganes y finaliza con los kawésqar. Los
primeros, a los que el sacerdote dedicó mayor tiempo, son retratados con sus
vestimentas de piel de guanaco, en sus chozas y por supuesto durante el rito
Hain -escenificaciones hechas a petición del mismo Gusinde-, para después
mostrarlos con sus ropas occidentales que ya utilizaban en esa época, debido a
sus contactos con los misioneros de la orden Salesiana.
Las imágenes de Gusinde
destacan por mostrar poco paisaje y mucho menos escenas de la vida cotidiana.
Probablemente por el tipo de cámara que usaba, con placas de vidrios y tiempos
de larga exposición, los retratos debieron ser posados, de gran dramatismo y
muy bien preparados, lo que no desmerece el valor del rescate antropológico que
hizo. “Gusinde pone en situación a estos personajes, es un visionario que ve a
estas civilizaciones en agonía y que piensa, sin equivocarse, que si no es él
quien las conserva, se terminarán extinguiendo esas tradiciones”, afirma Besnier.
Ordenado como sacerdote en
1911 en la Congregación del Verbo Divino, Gusinde fue enviado al año siguiente
como profesor de ciencias naturales a Santiago de Chile, para enseñar en el
Liceo Alemán, de su misma congregación. Tras trabajar los primeros años junto
al arqueólogo alemán Max Uhle y el chileno Aureliano Oyarzún, para el Museo de
Etnología y Antropología local, su primera tarea fue ordenar colecciones de
Isla de Pascua y viajar a la Araucanía, donde estudió al pueblo mapuche.
En 1918 viajó a Tierra del
Fuego e inició su estudio de las culturas selknam, yaganes y kawésqar. Sus
publicaciones posteriores ayudaron a denunciar el exterminio de los pueblos
patagónicos. Efectivamente, desde 1870, la presencia europea en el territorio
se intensificó con misiones salesianas y anglicanas, además de aventureros
buscadores de oro y criadores de ovejas, quienes transmitieron enfermedades o
derechamente asesinaron a los pobladores de las distintas etnias, entre ellos
el rumano Julius Popper.
LOS
PUEBLOS HOY
Hoy los descendientes de
los pueblos selknam, yagán y kawésqar son pocos, pero existen. Prueba de eso es
la serie de los 90 Las nómades del mar de Paz Errázuriz – 20 fotografías
tomadas a kawésqar en Puerto de Edén- y las imágenes de Leopoldo Pizarro de su
serie Buscando la memoria kawésqar, donde registró miembros de esa etnia y
parajes australes entre 2013 y 2014, que se exhibirán junto al archivo Gusinde,
con el fin de mostrar una mirada contemporánea de los pueblos. Además se
proyecta el documental Cultura yagán, persistencia de la memoria (2012) de
Gabriela Alt, quien retrata a la comunidad yagán de Bahía de Mejillones,
situada en isla Navarino, donde el yagán Martín González sigue construyendo
canoas a la usanza de sus antepasados.
Algunos miembros de estas
etnias participarán en un diálogo en el museo, el miércoles, de 09.30 a 17.00
horas. La incorporación de este capítulo actual sobre estos pueblos en
contraste a la visión de Gusinde se hizo a petición del Departamento de Pueblos
Originarios del Consejo de la Cultura, que también financió la exhibición en
Chile, junto a aportes de la Embajada de Francia, el Instituto Francés y el
Goethe Institut.
Sin saberlo, el viaje de
Gusinde a Chile le cambiaría la vida. Luego de terminar su travesía viajó a
Austria para estudiar Etnología, Antropología y Prehistoria en la Universidad
de Viena y comenzó a escribir su obra sobre las tribus fueguinas con un rigor
que le demoró más de 40 años. Eso no impidió que organizara otras expediciones
en busca de otros pueblos fascinantes, como los pigmeos twa y bambuti del
Congo, los negritos de Filipinas, los yupa de Venezuela, los ainos de Japón y
los papúes de Nueva Guinea.
Fuente: La Tercera
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